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martes, 5 de agosto de 2014

CAPÍTULO 70. PICOS DE FELICIDAD.

Yo el amor lo he sentido siempre de golpe. Y cuando te dan una noticia cómo esa todavía más. No conozco otra forma de querer que no sea a borbotones , cómo si me saliera el sentimiento a toda presión. De hecho, fue así. Pero reconozco que se me paró el corazón durante un milisegundo cuando me dijo que estaba embarazada. Y se me tuvo que notar en la cara. Y en el resto del cuerpo también. Dejé de acariciarla y la miré cómo si fuese la primera vez que alguien o algo me provocaba semejante sensación en el cuerpo. Ella solo sonreía. Pero era una sonrisa distinta, creo que entre la emoción, la más absoluta felicidad y una pizca de vértigo también. Pero sonreía y eso ya era suficiente.
-¿Vamos a tener un hijo? -tartamudeé a medida que sonreía y me levantaba de golpe.
-Sí , salgo de cuentas en Diciembre...-suspiró mordiéndose el labio.
En esos momentos pienso que cualquier reacción por mi parte se quedaría corta. Jamás me he enfrentado a unas palabras cómo esas. Así que me quedo quieto y la miro. Y no sé cuanto tiempo paso así.
-Hugo..¿Estás bien? -pregunta risueña agachando un poco la cabeza para verme la cara.-háblame.
-Yo...-trago saliva y sonrío- te quiero, dios, te quiero tanto.-aseguro.
Mi reacción la hace sonreír más aún. Y acto seguido sostengo su cara entre mis manos, y la beso en los labios. El beso casi nos corta la respiración a ambos. La beso tan fuerte que creo que hasta nos hacemos daño. Se separa de mí y riendo suavemente, me mira a los ojos.
-Yo también te quiero amor -vuelve a besarme y nos abrazamos en el centro de la cama.
Todavía no me lo creo. Sujeto sus manos con fuerza y la miro de arriba a abajo. Me observa extrañada.
-¿Qué pasa? ¿Ya he engordado? -frunce el ceño.
-Estás preciosa joder, más que nunca -cojo aire sin poder evitarlo y acerco mi mano a su vientre. Hay sensaciones y sensaciones en la vida, pero ninguna comparable a esa. Acerco mi boca y le doy un suave beso en la barriga, mientras ella me acaricia el pelo cariñosa. Y se ríe.
-¿Tantas ganas tienes de ser papá? -pregunta con la emoción inconfundible en las maneras.
-¿Que si tengo ganas? -devuelvo su pregunta y me río- tú...-balbuceo- tú y lo que vaya a llegar en nueve meses -sonrío- sois lo mejor que me ha pasado en la vida.
Sonríe y se muerde los labios. Y creo que nadie lo hace cómo ella. La vuelvo a besar esta vez más despacio y mentalmente le doy las gracias por inventar ese sabor. Que no sé ni a qué sabe, pero me encanta.
Y sin decir mucho más, porque no sé qué se dice con tanta felicidad en el cuerpo, nos tumbamos juntos en la cama. Ella apoya la cabeza en la almohada y yo un poquito más abajo, cerca de su abdomen. Era el único sitio del mundo en el que quería estar en ese momento.Porque hay personas que son refugios, cuevas hechas de noches entre sábanas, pero a prueba de todo y cuando están cerca, nos sentimos tan cómodos que queremos quedarnos ahí permanentemente.
-¿De cuanto estás? -pregunto con un suspiro de risa, sin dejar de acariciar su vientre.
-De cinco semanas, supongo que desde nuestra noche en Roma...-se ríe suavemente.
No contesto porque simplemente no puedo. Sigo atónito.
-¿Y desde cuando lo sabes? -vuelvo a preguntar.
-Desde hace unos días -sonríe y se levanta un poco más la camiseta para que mis dedos sigan su viaje, despacio y suavemente- quería esperar a que hablásemos con mis padres para contártelo y ha salido todo tan bien, que necesitaba decírtelo ya.
-Dime que eres feliz... -sonrío con plenitud y la miro a los ojos. Porque no me lo creo. Y porque tengo las mismas ganas de reír que de llorar. Y es una sensación maravillosa.
-¿Cómo no voy a serlo? ¡Cariño vamos a ser papás! -exclama y se le empapan los ojos- no podría ser más feliz aunque quisiera.
La miro y trago saliva. Llora y ríe a la vez. De la emoción. Me sujeta la mano mientras me mira muy de frente. Y no sé qué cojones hacer, para explicar lo que se me está pasando por el pecho en esos instantes. Y no hago otra cosa que llorar yo también. Y sonreír. Le acaricio el pelo. Ahí si que somos uno. Mucho más que cuando hacemos el amor. Somos dos personas llorando, juntos, solo porque hacer cualquier otra cosa, dada la situación, se quedaría en nada.
-Nena, o dejas de llorar -advierto acariciándole la mejilla- o voy a ser yo el que se pase toda la noche con los clinex en la mesilla.
Se ríe y se seca las lágrimas con la palma de la mano.
-Es que Hugo..-susurra- yo nunca me he imaginado casada y mucho menos con un hijo.-se explica con la voz un poco rota- y tú me hiciste querer eso; niños correteando por la casa, gritando un "Mami" cuando lleguen del colegio -se ríe- no sé, eres el único con el que me he imaginado una familia perfecta.-admite.
-¿Sabes una cosa? -le digo chasqueando la lengua- a mí siempre me ha pasado exactamente lo mismo contigo.-sonrío- siempre he tenido las ganas de cogerte de la mano y hacernos un futuro juntos. Serás una madre estupenda.
Lo será. Alguien cómo ella, solo puede regalar dos cosas. Amor, y experiencia. La primera es la clave de todo lo que existe en la vida, y la segunda, soluciona problemas
-Bueno, de eso nunca he tenido dudas...-se muerde la lengua divertida- una cosa, si es niña se llamará Adriana, o Sara, o Paula , o...
-Helena siempre ha sido un nombre que me ha gustado mucho...-la interrumpo aparentando una seriedad que no llevo.
-Helena ni de coña -advierte.
Suelto una carcajada y vuelvo a coger sus manos mientras de se hace la indignada.
-Era broma cariño -me disculpo.
-Espero que se parezca a mí...-se sacude el pelo y se deja caer sobre el colchón de nuevo.- porque cómo se parezca a ti, la llevamos buena.
Sonrío negando con la cabeza y me pongo sobre ella, apoyando las manos a ambos lados de su cabeza.
-Tienes razón -admito- si tuviésemos un bebé tan guapo cómo tú, le haríamos un favor al mundo.
No puede evitar que la risa se le escape en medio de toda esa indignación.
-No me hagas reír cuando estoy enfadada contigo -advierte resoplando, mi cuerpo se pega un poquito más al suyo y yo sonrío enseñando toda la dentadura.
Resopla de nuevo. Le beso el vientre y voy subiendo en linea recta, por su piel, hasta la boca. Se deja besar a regañadientes. Primero,me esquiva vacilante, y después le rozo los labios y no hace otra cosa, que dejarse besar. Que es una de las mejores cosas que te puedes dejar hacer. Aunque haya muchas más.
-¿Sabes una cosa? -le digo mientras le beso cuello- dicen que el sexo con embarazadas es mucho mejor...
Arquea las cejas y se ríe mojándose un poco los labios.
-¿Tú crees? -susurra sensual- sí, deberíamos aprovechar, antes de que pasemos las noches en vela, y no precisamente por el sexo...
Ella se ríe y yo frunzo el ceño. Vuelve a besarme, divertida, sensual y pasional. Que es todo lo que me gusta de ella. Bueno, todo eso y más.
-No me importaría -admito- será todo un privilegio pasar las noches en vela por un motivo cómo ese.-sonrío- además ya estamos bastante acostumbrados a no dormir...¿No?
Reímos. Y si antes tenía ganas de todo con ella, hoy no sé ni lo que tengo. Que alguien me diga cómo se llama esta sensación de felicidad extrema, porque no tengo ni idea. Y al final de la noche, solo me queda clara una cosa. Es verdad, el sexo con embarazadas, es mucho mejor.

A los dos mese, todavía no lo tenía asumido. Iba a ser papá. Iba a tener un hijo. Con ella. Con Malú. Con el amor de mi vida. Me parecía un cuento de esos que siempre acaban bien. Dicen  que se sabe si vives un momento importante en tu vida, cuando lo compartes con alguien doblememente importante. Porque entonces, el nivel de importancia que adquieren los días, las horas e incluso los segundos, es directamente proporcional a lo mucho que quieres a esa persona. Y ella era más feliz de lo que nunca antes la había visto. Jamás. Irradiaba una felicidad propia de las grandes etapas de una vida Aunque el embarazo llevase consigo algún  que otro problema en alguien como ella.

-He dicho que voy a terminar la gira -me dijo amenazante mientras se vestía una mañana de Julio- puedo dar un concierto perfectamente...
Suspira cómo si le diese exactamente igual lo que el mundo piense. Cómo casi siempre que discute con alguien.
-Cariño, estás ya casi de tres meses -alcé la voz persiguiéndola por la habitación adelante- creo que es hora de que se lo empieces a decir a todo el mundo, y aplaces conciertos.
-Hugo parece mentira que no me conozcas...-echa un vistazo a su armario y empieza a meter ropa en su maleta- ni se me pasa por la cabeza aplazar ni un solo concierto.
Hace como si nada de lo que le estoy diciendo fuese importante. Y no hay nada que odie más, que su indiferencia por algunas cosas.
-¿No me estás escuchando? -me interpongo entre ella y el armario- no pienso permitir que te subas a un escenario en tu estado.
-¿Qué no me lo piensas permitir? -da un paso hacia atrás y alza un poco la voz- ¿Desde cuando me permites tú las cosas?
Le ha molestado demasiado lo que he dicho. De hecho, frunce el ceño e intenta intimidarme con los ojos. Pero esta vez, intento fallido.
-Desde que vamos a tener un hijo juntos y a ti te da exactamente igual lo que te pueda pasar cuando...-comienzo a explicarme pero me interrumpe.
-Es mi trabajo -dice totalmente desquiciada- y tengo que hacerlo.
-Claro que no -niego con la cabeza- no es tu obligación hacerlo en estos momentos, déjalo para el año que viene, por favor...
Estiro la mano en un intento de que se calme y me de la razón, le acaricio la mejilla y doy un paso hacia ella. Parece que cede con la mirada, pero al segundo siguiente, se aparta hecha una fiera.
-Tú no lo entiendes -niega mientras con rápidez termina de guardar todo- necesito subirme a los escenarios, lo necesito -exclama- además que sería decepcionar a mucha gente si no lo hiciese.
-Y yo necesito que te quedes y no hagas esfuerzos... -suspiro desesperado- ¿Tan difícil es de entender?
-Amor, no es negociable -se encoge de hombros y hace una media sonrisa.
-Bien, ¿Y cuanto tiempo más piensas que vas a poder seguir así? ¿Correrás por el escenario también cuando el niño esté a punto de nacer ? -me cruzo de brazos.- pero si te va a costar hasta andar...
-¿Estás insinuando que ya estoy gorda? -inquiere cerrando con fuerza su maleta y mirándome muy de frente.
Trago saliva. Desde que está embarazada, le tengo todavía más respeto a sus enfados.
-Nena, no he dicho eso...-ladeo la cabeza.- yo te veo incluso más guapa.
-No me mientas -advierte muy seria- estoy gorda, tengo el armario lleno de "para cuando adelgace" .
No puedo evitar soltar una carcajada al escucharla. Sinceramente, he dicho la verdad. Hace meses ya, que la encuentro más guapa. Y terriblemente sexy.
-Has cambiado de tema -niego rápidamente- deja la maleta ahí, porque no vas a coger ese avión.
-¿Quieres apostar? -camina hacia mí lentamente y se queda quieta a pocos centímetros de mí, arquea las cejas y chasquea la lengua- voy a dar ese concierto mañana.
-Cómo salgas por esa puerta...-cierro los ojos y resoplo conteniéndome- voy detrás de ti, te lo advierto.
-No puedes -sonríe triunfante- tú también tienes actuación mañana, exactamente a la misma hora que yo.
Se da la vuelta y comienza a bajar las escaleras con la maleta en la mano, Despreocupada.
-Lo anularé -le grito cuando escucho que llega al piso de abajo- ¿Me oyes? Mañana no vas a dar ningún concierto.
Y se marcha, sin más. Sin hacer el mínimo caso a mis peticiones. Pero siempre he sabido, que con ella estas cosas no funcionan, y que intentar bajarla de un escenario, es lo peor que puedes intentar con alguien así Con las maneras rebeldes, y el "hago lo que quiero" instalados en la boca. Porque siempre ha sido de esas que le gusta esforzarse por ser buena, valiente  y aportar algo. No exactamente cambiar el mundo, pero sí la pequeña parte que nos rodea. Cambiar vidas, a través del arte.
                                                                                                                                                                                                                                      

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