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domingo, 15 de junio de 2014

CAPÍTULO 54. YO QUIERO CONTIGO TODO.

No puedo describir con exactitud todo lo que de golpe se me pasó por la cabeza cuando me dijo eso. Solo recuerdo que al volver a respirar, ya la quería un poquito más que antes. Y me costó volver a hablar de tanto amor que tenía en la garganta. Y en los ojos, que la miraban. Pero no supe como asimilarlo. Aquella fue la primera vez que sentí la urgente necesidad de que el mundo se detuviera hasta que yo pudiera comprender lo que estaba pasando.
-Hugo...-chasquea los dedos ante mí y frunce el ceño- ¿Quieres o no?
-Yo...-balbuceé.
Se echa un poco hacia atrás sin dejar de mirarme y créedme que a mí me sigue costando decir algo.
-Si no quieres tener un hijo conmigo ahora, puedes decírmelo, no tenemos por qué correr tanto si...-comenzó a explicar con el nerviosismo impreso en cada palabra.
-Cariño...-la interrumpí - no es eso...es solo que no entiendo por qué quieres esto ahora, de repente..-trato de explicarme.
-¿Cómo? -se levanta del sofá y abre los brazos, la imito- no sabía que tuviese que justificar que quiera formar una familia contigo, pensaba que era lo que los dos queríamos.
-Claro que quiero nena...-trató de agarrar su mano pero la aparta de malos modos- pero, ¿Esto tiene que ver con que ahora pase más tiempo con Helena? porque si es asi creo que...
-Espera, espera, espera...-frunce el ceño y alza la voz- ¿Crees que quiero tener un hijo contigo para llamar tu atención porque estoy celosa?
-Yo no he dicho eso -aclaro serio.
Me acerco a ella y agarro su cintura pero apenas se mueve. No aparta la mirada de mis ojos ni un segundo, no cede, ni si quiera traga saliva. Estiro mi mano para acariciar su mejilla y cuando creo que ha bajado la guardia, da un paso hacia atrás.
-Hugo vete a la mierda -musita con toda la claridad que es capaz de sacar para que su frase duela todavía más.
Se da la vuelta y yo me quedo quieto. Ni si quiera la veo irse. Pero sus evidentes pasos escaleras arriba, la delatan. Estará en la terraza, con Madrid a sus pies, fumándose un cigarro que le quite la ansiedad que en ocasiones le provoca las situaciones como estas.
Me rasco la cabeza. Mierda. Acabo de joder todo. Suspiro y me quitó la chaqueta, yo también necesito un cigarro o la cabeza me va a explotar. Imito sus pasos y la encuentro apoyada en el balcón, ni si quiera se gira para verme. Pero la escucho suspirar. Me quedo quieto unos segundos esperando a que se de la vuelta y pueda verle la cara. Pero la única vista que tengo ahora mismo es su larga melena, ligeramente despeinada. Bueno, y su culo. Y sus piernas. Siempre me ha encantado su pelo. Me encanta cuando se alborota. Es como ver una parte de ella que necesita expresarse más a menudo.
-¿Me das un cigarro? -estiro la mano y agarro la cajetilla de tabaco que está sobre la mesa.
-No deberías fumar solo cuando tenemos problemas, no es la mejor forma de afrontarlos -se gira y dobla ligeramente una pierna, echa el humo y me mira muy seria.
-¿Tenemos problemas? -pregunto, mientras me arrepiento y vuelvo a dejar el cigarro en su sitio.
-Creo que, que no quieras formar una familia conmigo, sí, es un puto problema -ladea la cabeza y espera expectante mi respuesta.
Pero yo solo me río. Miro hacia arriba y me río. Se enfada todavía más. Nunca le ha gustado que me tome a broma las cosas que dice.
-¿De verdad piensas eso? -digo todavía riendo. Me acerco a ella y tomo su mano, no la aparta, porque está demasiado desconcertada como para hacerlo- nena, créeme que no hay idea que más me guste en el mundo, que que seas tú la madre de mis hijos -no sonríe, pero me clava los ojos en toda la boca, sin apenas darse cuenta- simplemente te he preguntado, que por qué ahora. ¿Por qué justo en este momento ?
-Porque te quiero quizás, ¿No has pensado que puede ser eso? -parece enfadada, pero me da una tregua.
-Eso lo sé, pero ¿No ha influido nada más en que hayas tomado esta decisión? -me aguanta la mirada como pocas veces y me aprieta todavía más la mano.
-No -niega con la cabeza- tú y yo, nosotros, eso es lo único que ha influido -aclara sincera.
Espero unos segundos para asegurarme de que no se arrepiente de lo que acaba de decir. Pero creo que aunque sea experta en aparentar una seguridad que muchas veces no tiene, hoy le ha salido disparada por los ojos.
-Bien...-asiento y coloco mis manos en su cintura- en ese caso...-sonrío- creo que hoy, es con diferencia el mejor día de mi vida.
Se ríe y sacude levemente la cabeza. Me abraza. Me abraza mucho y muy bien. Esconde la cabeza en mi hombro y suspira contra el mundo en mi cuello. Pasamos un buen rato así. Acaricio su espalda y meto las manos por debajo de su camiseta para deslizarlas sobre su piel. Me besa en los mofletes con dulzura y hace transbordo hasta mi boca. No sabéis, créedeme, no lo sabéis. Lo bien que mueve los labios a la velocidad exacta para que se estrellen con los míos y el calor, el amor y las ganas, me rompan por dentro a cada roce.
Se separa de mí y da un paso hacia atrás. Yo solo puedo mirarla. Sonreír y negar con la cabeza.
-Eres preciosa -susurro.
-Y tú eres tonto -se muerde el labio y se encoge de hombros- hoy no estoy guapa, me acabo de levantar, estoy despeinada y mi hermano me ha dicho que he engordado -se queja con una voz que me hace perder más la cabeza.
Suelto una carcajada.
-Anda vamos, que hoy comemos con tu madre, que ya toca -se ríe y coge la mano que le ofrezco para marcharnos.
-Vale, pero como se te ocurra decirle lo más mínimo sobre lo de hoy, dormirás en el sofá una semana -me amenaza con el dedo en alto- quiero guardarlo un poquito más para nosotros solos.
Sonríe y vuelve a besarme levemente. Se da la vuelta y antes de que pueda decir nada, se sacude el pelo suavemente y se marcha riendo. Se me escapa la vista. Y el corazón. Y la vida en general, solo con ver sus maneras. Porque hoy tiene razón, no es guapa exactamente. Bueno sí, por supuesto que lo es. Pero me había dado cuenta de que lo verdaderamente importante es que emanaba algo artístico de por sí, ella sola. Y el arte no busca ser bonito, busca hacerte sentir algo.
Ella era arte de la cabeza a los pies.

Una semana después, llegó el día señalado en mi calendario año tras año, desde hace ya bastante tiempo. Toda la vida para ser más exactos. Mi cumpleaños. Hacía tiempo que no celebraba es ocho de Octubre, porque nunca me había coincidido cerca de las personas con las que quería pasar ese día. Pero esta vez sí. Esta vez de hecho había amanecido con la persona con la que quería celebrar todos los próximos días ocho de Octubre, y los nueve, y los diez...

-Amor...-dijo besando mi cuello, con la voz arañada por todo el sueño que tenía. No contesté y se entretuvo un poco más, beso a beso. Hasta que mordió mi oreja y me ví obligado a abrir los ojos- feliz cumpleaños cariño -susurró estallando en una sonrisa.
-Gracias mi vida...-suspiré y sin darme apenas tiempo a bostezar, me besó con fuerza en la boca.
-¿Sabes? ,hoy tengo muchos regalos para ti -apoyó su cabeza en su brazo derecho y se me quedó mirando, esperando, deseando y ansiando que le preguntase por ellos.
-¿Y cuál es el primero? -me aclaré la voz y acaricié sus piernas.
Soltó una leve risa y se incorporó un poco, frotándose las manos.
-Ponte boca a bajo- ordenó poniéndose de rodillas sobre el colchón. No se me ocurrió rechistar, con su ilusión y sus ganas de cualquier cosa, no se jugaba. Así que obedecí. Apoyé mi cabeza en la almohada, y de reojo, la ví sonreír, fue una sonrisa fantástica. El efecto fue un incremento de mi pulso.
Calentó sus manos, frotándolas despacio y las puso sobre mi espalda. Fue subiendo la camiseta poco a poco, hasta obligarme a levantar el torso para sacarla con suavidad. Se sentó sobre mi culo, poniendo las piernas a cada lado y tuve le sensación de que sobraba más ropa de la que ella había quitado.
No dije, nada, contuve la respiración. Deslizó sus dedos por mis hombros y apretó con fuerza, mientras movía sus caderas. Inició un compás por mi piel, en silencio, con sus supiros como único ruido de fondo. Y yo me dejé hacer por completo. Cerré los ojos. Me besaba de repente en algún punto que parecía elegir por pleno azar y que hacía que una corriente eléctrica atravesase cada puto sitio en el que sus labios se pegaban. Por no hablar de como se tumbaba sobre mí espalda para besarme la nuca y pasar su lengua por mi cuello. Volvió a bajar hasta el borde de mis calzoncillos. Y los bajó un poco, y un poquito más. Y cuando creía que me iba a pedir que me diese la vuelta y le arrancase la ropa, se frenaba y simplemente volvía a masejarme la espalda.
-Esto no está siendo una buena idea..-dije recuperando la respiración que su roces se habían llevado.
-Te pone eh...-dijo con la voz sumamente sexy. O eso me pareció a mí en esos momentos.
-¿Tú que crees? entre viajes y enfados llevamos dos semanas sin hacerlo...-con un rápido movimiento me doy la vuelta, y se queda sentada de la misma manera pero sobre mi abdomen.- creo que ese sí sería un buen regalo de cumpleaños, ¿No crees? -estiro mi mano hasta su cintura y la escondo por debajo de su pantalón, jugando con la  tira de su tanga que sobresale ligeramente.
Me aparta la mano de inmediato.
-Reservate para mi regalo de esta noche...-levanta las cejas y sonríe.
-Vamos nena, el sexo por la mañana es mucho mejor...-trato de convencerla pero se levanta de la cama rápidamente y entre risas.
-Conmigo es mejor siempre, idiota...-abre el armario mientras comienza a quitarse el pijama lentamente. Primero la camiseta, dejando toda la parte superior de su torso al aire. Me mira de reojo y se suelta el pelo. Pasa a quitarse el pantalón y la vista de su perfecto culo me queda justo en frente de los ojos. Se ríe y se pasea por la habitación, consciente de que me estoy muriendo porque vuelva a meterse en la cama conmigo.
-Como te gusta provocar, esta noche te vas a enterar -me levanto de un salto y me acerco a ella, que se está abrochando el sujetador con toda la calma del mundo.
-¿Es una amenaza?- pregunta arqueando una ceja y mordiéndose el labio inferior.
-Sí, lo es. -asiento firme.
Lentamente se acerca un poco más a mi cara y entreabre los labios, quedándose a expensas de mi boca. Suelta un suspiro, vuelve a sonreír y a mí se me multiplican por tres las ganas que tengo de comerle la boca.
-No te pases de listo, o te quedas sin polvo -me guiña un ojo y me da un cachete en el culo, para encerrarse definitivamente en el baño y pasar los próximos veinte minutos delante de un espejo.
Y cuando termina, sale espectacular, con los labios pintados de rojo y el pelo más bonito que de costumbre.  Coje su bolso mientras masca un chicle y la miro de reojo al tiempo que me abrocho la camisa, hoy me lleva ventaja.
-Hugo, llegamos tarde a comer con tus padres, ¿Quieres espabilar? -contengo la risa mientras ella me mira a medio camino del enfado- dios, ven aquí.
Se acerca y me abrocha la camisa con una rápidez vertiginosa. Sin dejarme decir nada, se acerca al armario, echa un vistazo a todas mis corbatas y elige una gris. Sé que es la acertada porque sonríe triunfante al encontrarla. Me la anuda , colocando perfectamente el cuello de la tela blanca. Saca la lengua cuando el nudo se le resiste un poco y vuelve a sonreír al abrocharme la chaqueta
-Listo, dios...-suspira- que marido más guapo tengo.- me besa en los labios, y los suyos saben más a pintalabios que a otra cosa. Pero me da exactamente igual, porque está tan guapa, que me apetece que todos los días sean mi cumpleaños, para que vuelva a pintarse los labios de rojo. Aunque no tenga absolutamente nada que ver. Y entonces pasa descontrolada escaleras abajo, como un huracán que lo destroza todo y más guapa a cada paso, que al anterior. Y las ganas que tengo de besarle hasta la piel que no tiene, también aumentan.
-Cariño -sonrío cogiendo las llaves del mueble del recibidor y abriendo la puerta al mismo tiempo.
-Dime -dice mientras vuelve a colocarse el pelo delante del espejo por enésima vez.
-Creo que voy a querer mi regalo antes de esta noche.

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