Y aquel día cogí un vuelo que me distanciase de todo. Era irónico. Hacia escasas horas que había cogido otro para eliminar la distancia que tan poco nos gustaba y ahora la estaba poniendo de nuevo por el medio. Habrá quién diga que no he hecho lo correcto, que me he enfadado cómo un gilipollas. Pero había pasado días sin verla. Días echándola de menos. Días en los que su sonrisa imaginada por teléfono era lo único que movía a la mía. Días venciendo todo lo que se ponía por el medio. Y ella no. Ella no pensó en eso cuándo se besaron mientras mi mente estaba puesta en ella a miles de kilómetros. No lo pensó ni un segundo. Y supongo que si. Que igual me he enfadado cómo un gilipollas. Pero es que el amor te vuelve completamente gilipollas, para lo bueno y para lo malo, para querer y para olvidar. En todos los sentidos, el amor hace contigo lo que quiere. Y quizás eso era lo que me había pasado a mí, que de tanto amor terminé por no soportar ciertas cosas. Pero este gilipollas, no tiene pensado dejar de serlo.
Llegué a mi hotel por la noche. Muy de noche. Estaba tremendamente cansado pero sabía de sobra que dormir ese día sería tarea difícil. No avisé a nadie de que había vuelto antes de tiempo. Ni si quiera a Antonio. Aunque estaba claro que él ya lo sabría desde hace rato, había roto con ella en una fiesta en la que se triplicaba el nivel normal de famosos por metro cuadrado. Pero no vino a decirme nada, cerré la puerta de la habitación y me tumbé en la cama . Miré al techo cerrando los ojos un momento, necesitaba un respiro. Pero los golpes en la puerta no me dejaron. Me levanté un poco cabreado y me encontré a Helena de frente. La miré de arriba a abajo sorprendido por encontrarla allí. Al contrario que en el trabajo, llevaba unos vaqueros claros y una camiseta gris, iba descalza y con el pelo suelto. Me miró tranquila pero directa.
-Puedo pasar un momento ?- lo dijo apenas susurrando. No me apetecía hablar con nadie en esos momentos, pero sus ojos no permitían un no, así que me eché a un lado indicándole con la mano que entrase. La suite del hotel era grande y eligió un gran sofá negro para sentarse tras mirar todo un poco por encima. Nunca la había visto tan relajada , puso las piernas en posición de indio y me miró esperando a que me sentase a su lado. Lo hice y permanecimos en silencio. A mí no me apetecía decir nada, sólo la miraba esperando lo que tenía que decir.
- Antonio me ha contado lo qué ha pasado...-pasé una mano por la frente.Mierda. Si lo sabían estos dos , en poco tiempo todo el equipo lo sabría. Por no decir toda la prensa. Notó mi preocupación y añadió rápidamente- sólo quería saber cómo estabas...-pensé bastante la respuesta. Ni yo sabía cómo estaba. Enfadado quizás, o dolido, o cansado, o yo que coño sé... No supe contestar así que sólo añadí un suspiro que ella entendió rápidamente- Hugo estoy aqui para lo que quieras vale ?- apoyó su mano en mi pierna y yo levanté la mirada hacia la suya.
-Gracias...-la verdad es que después de todo , aquella noche necesitaba compañía. No estaría mal hablar con alguien y Helena parecía dispuesta a hacerlo- te parece si saco una botella de whisky?- pregunté con una media sonrisa. Ella asintió y se acomodó en el sillón
El alcohol ayudó esa noche. Y mucho. Con cada trago era más fácil sacarlo todo. Acabé por contarle gran parte de nuestra historia. Y ella hizo lo mismo con su vida. Siempre había querido dedicarse a tocar el piano, estudió toda su vida en un conservatorio pero le negaron una beca y terminó por aparcar su sueño y dedicarse a esto. En el amor nunca había encontrado a nadie importante, apenas había tenido parejas, cosa bastante rara tratándose de una chica cómo ella.
-Dios Hugo, es tardisímo, mañana trabajamos...-hizo un amago de levantarse del sofá pero estaba demasiado borracha cómo para ponerse en pie y cayó de nuevo hacia atrás encima de mí. Noté el peso de su cuerpo caer sobre mi pecho. Apenas me moví, el alcohol nublaba por completo mi razón , pero se estaba tan bien con ella así de cerca.
-Helena estoy demasiado borracho y creo que...-apenas hablaba bien. Intenté mover mis brazos para levantarla pero no me respondían , en el fondo querían que siguiese en esa posición unos minutos más. Perdía la noción del tiempo , simplemente eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos. Los abrí de nuevo cuando sentí a su cuerpo moverse para ponerse en pie. No me pregunteis cómo pero mi brazo reaccionó rápidamente para agarrar su cintura y dejarla de nuevo encima de mi, esta vez de frente. Abrí los ojos esta vez para mirarla. Ella hizo lo mismo y me perdí en sus ojos negro azabache. Todo me daba vueltas, no parecía haber ningún fin para nada, en su mirada no parecía haber ningún final. Miré sus labios un buen rato. No sé que fuerza me impulsaba a besarlos , pero alguna era. Nos fuimos acercando inconscientemente el uno al otro en un baile de miradas fugaces y caricias y cuando apenas estaba a centímetros de ella, se echó un poco hacia atrás diciendo:
-Hugo yo...-no la dejé acabar. La besé. No sé porque lo hice. Quizás fue el alcohol o quizás sólo quería probar sus labios. Quizás los desee desde el primer día que la ví. O quizás no , en ese momento no lo sabía. Tardó unos segundos en corresponder mi beso , pero acabó por seguirlo. Nuestras bocas bailaban entre el sabor a whisky. Me frené y me aparté de sus labios. Que coño estaba haciéndo? Yo estaba enamorado. Y mucho. A pesar de todo, no la iba a olvidar de la noche a la mañana. Intenté que mi mente reaccionase pero cuándo volví a sentir su boca demasiado cerca de la mía no pude resistirme. Nos volvimos a besar. Casi nos faltaba el aire, subimos la intensidad hasta un momento en el que no era yo el que estaba allí , no me encontraba. Pero mis manos viajaban inconscientemente por debajo de su ropa. Nos movimos hasta la cama, pasó sus manos por mi espalda y las mías movían su cintura. Nuestras respiraciones se aceleraron, se incorporó un poco para que pudiese sacar sus camiseta y ya de paso , deshacerme de su sujetador. Los lancé contra el sofá y me perdí en su pecho. La saboreé de arriba a abajo. No tenía el control de la situación, ninguno. No sabía si me lo había quitado el alcohol o quizás ella simplemente. Sus manos bajaron por mi abdomen ya desnudo desabrochando mi cinturón. Volví a su boca y mordió mi labio inferior.Nada me frenaba en ese momento, bajé lentamente hasta el borde de su ropa interior y sin vacilar ni un momento se la arranqué. Soltó un suspiro ahogado y me adentré en ella. El placer era extremo, se agarró a mi espalda y mis manos se apoyaron a ambos lados de su cabeza. Marqué el ritmo hasta que con un movimiento que me hizo delirar se colocó encima de mí. En ese instante no pensé en nada más, lo olvidé todo, sólo veía sus caderas moverse a un ritmo vertigionoso. No decíamos nada , los gemidos hablaban por si solos. En ese momento lo quería todo. Sabéis esos momentos en los que el alcohol te sube hasta una nube de la que es muy difícil bajar? pues así estaba yo, quería comerme el mundo y a ella de paso. Terminé por tumbarla a mi lado, sudábamos a chorros y su piel brillaba aún más.
-No sé que cojones estoy haciéndo...-solté de repente, sin pensarlo. Miré al techo y pero de reojo la veía a ella girada hacía mí. Y creerme que no lo sabía, sólo quería pararme ahí, echarla de mi habitación y olvidarme de todas las mujeres que me volvían loco. Quería olvidarla a ella, durante un tiempo, pero no así. E inconscientemente mordí mi labio inferior antes de volver a ponerme encima de ella. Aquella noche me parecía demasiado apetecible.
Desperté con el dolor de cabeza más grande que os podáis imaginar. La luz de la ventana me cegó durante unos instantes hasta que ví su cuerpo desnudo en la cama. Dormía tranquila pero cuándo me moví, comenzó a abrir los ojos lentamente. Me miró se miró y nos miramos.
-El alcohol juega malas pasadas eh...-su comentario alivió la tensión del momento y me hizo reír. Nos hizo reír.
-Depende de por dónde lo mires-contesté incorporándome un poco.
-Hugo...-dijo acariciando jugando con sus manos-no te voy a decir que me arrepienta de lo de ayer , porque no lo hago pero...-fruncí el ceño, esto no me lo esperaba- sigues enamorado hasta las trancas y estando conmigo no vas a olvidarte de ella, las cosas no funcionan así..-me quedé quieto, muy pensativo. Ella lo notó y pasó una mano por mi pelo con gesto cariñoso.
-No tengo ni puta idea de lo que quiero...-solté un suspiro y eché la cabeza hacia atrás- la sigo queriendo no te lo voy a negar, pero no me apetece volver a buscarla...es que no quiero ya...-mis ojos se toparon con sus labios de nuevo pero ella reaccionó más rápido que yo.
-Mira Hugo, es mejor que aclares tu vida antes de intentar estar con alguien más...-estaba calmada pero comenzó a levantarse , vistiéndose lentamente- se nota que la quieres y no creo que se pueda olvidar a alguien a la que has querido tanto..-lo dejó caer mientras se hacia un moño rápidamente. Me miró unos segundos y sonrió todo lo que pudo
-Helena yo...-no me dejó acabar susurrando un shh que me hizo callar.
- Pero si en algún momento consigues olvidarla...ya sabes...-me guiñó un ojo y besó mis labios suavemente , sin apenas rozarlos. No supe si ese era el último beso que tenía pensado darme , pero salió de la habitación sin decir más.
En el fondo tenía razón. Esa mañana no me había levantado con la sensación de haber hecho el amor, sólo había sido sexo. Y es que hay veces que por mucho que nos acerquemos , por mucho que nuestras pieles sean una, siempre existirá esa distancia entre Helena y yo. Y si algo sabía es que esa distancia sólo la llenaba el amor y eso. El amor que nunca tendríamos. Bueno yo si, pero no con ella. Lo tenía con alguien a la que quería de verdad. El puto problema era que quizás esa distancia que hay entre todas las personas, de repente era ya demasiado grande cómo para que sólo el amor la llenase. Nos hacía falta algo más. Algo que, a un gilipollas cómo yo , no le apetecía buscar. O por lo menos, no ahora.
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