Eran ya altas horas de la noche, pero Roma parecía no dormir todavía. La iluminación de las calles más importantes, seguía encendida. Aún quedaban turistas recorriendo las plazas emblemáticas del centro de la ciudad, o parejas enamoradas disfrutando de la paz que suponía el centro romano a esas horas.
La Fontana di Trevi siempre había sido mi sitio favorito. Ella me dijo una vez que no te puedes ir de Roma sin haber pedido antes un deseo allí. De hecho lo hicimos, pero yo me quedé tan atontado mirándola mientras lo pedíamos, que se me olvidó hacerlo. Ella en cambio se había concentrado mucho en su deseo, "si te lo digo, no se cumple", me contestó aquella noche.
Me acerqué lo suficiente a la fuente como para admirarla por completo. Era un lugar asombroso. Suspiré. Necesitaba volver a aquel momento. Donde nada había pasado, donde todavía no nos habíamos destrozado mutuamente tantas veces, y arreglado otras tantas. He soñado muchas veces que volvía allí, con ella. A ser nosotros. A aquel momento.
- ¿Sabes qué deseo pedí cuando vinimos aquí hace años? -me sorprendió una voz a mi espalda. Caminaba lentamente hacia mí, con los ojos rojos, y una sonrisa melancólica. No le contesté, porque el corazón se me había parado, pero ella no lo necesitó, siguió hablando.- pedí ser feliz contigo mucho tiempo. No especifiqué cuanto cuando lo pensé aquella noche, solo quería ser feliz contigo.-sonrió y se colocó frente a mí- y se cumplió...-dijo mojándose los labios.- eres la persona que más feliz me ha hecho en la vida.
-Malú...-alcancé a pronunciar titubeante, entre el poco aire que conseguí coger por la sorpresa y que me dolían hasta las venas. Pero no quiso dejarme continuar.
-Siempre he estado enamorada de ti. -afirmó con un suspiro- mucho antes incluso de lo que tú habrías pensado. Cuando cantaste en el estudio la primera vez, cuando me invitaste a cenar el primer día, o cuando pisamos juntos la playa de Barcelona, ya estaba enamorada de ti. -se mordió el labio reteniendo las lágrimas- Y la verdad, desde entonces nunca te he olvidado, siempre has estado aquí.
Nos miramos brevemente. No quería perderme ni un segundo de lo que estaba diciendo. Dio otro paso más hacia mí y me miró a los ojos.
-Estoy jodidamente enamorada de ti -añadió con la emoción y las lágrimas a puntito de estallar.
Me abrió los labios. Suave y lentamente, como si quisiera que el momento durase un poco más. No tuve que moverme, aunque tampoco habría podido. Me besó. Se puso levemente de puntillas, y me besó. Nos besamos y me resultaba familiar. Sé exactamente cómo encajamos juntos, con mi brazo alrededor de su cintura, sus manos en mi pecho, la presión de sus labios en los míos. Sin embargo esta vez debería parar. Sé que tengo que parar.
-Espera...-murmuré apartándola de mí con suavidad- ¿Qué siginifica esto?
-He leído tu carta....-contestó visiblemente afectada y con las lágrimas bajando por sus mejillas- he leído tu carta y me he cabreado...-fruncí el ceño ante la incoherencia que acababa de decir- sí que nacimos para estar juntos -alzó un poco la voz- tú sí que naciste para mí.
Sonreí, tuve que hacerlo aunque no estuviese de acuerdo con lo que estaba diciendo.
-Nos hemos hecho mucho daño...-resoplé y ladeé la cabeza- quizás no deberíamos haber estado juntos y ahora...
-Déjame hablar idiota -me interumpió con una leve risa y enjuagándose las lágrimas. Suspiré y asentí en silencio. Sabía lo mucho que le costaba expresar ciertas cosas.- siempre hay un mañana, y la vida nos da oportunidades para hacer las cosas bien. Y quiero hacer las cosas bien contigo -aseguró con una voz firme, mientras la gente paseaba ajena a nuestra escena- porque te quiero, y tú también me quieres.
-No todo es tan fácil, cómo, yo te quiero, tú me quieres -contesté- tienes que estar segura de lo que sientes. O nada funcionará.
-Por eso -me respondió en el acto sin piedad- Yo nunca he dicho "te quiero" sintiéndolo de verdad. A nadie. Solo he dicho esas cosas de mentira, porque yo nunca he querido a nadie, Hugo. Les he mentido a todos, siempre. -aseguró con un nudo en la garganta- creo que al único hombre al que no he mentido en esto has sido tú.
-Vaya, viniendo de ti, eso es todo una declaración de amor -sonreí.
Nos reímos juntos. Y me pareció horrible que los demás se estuviesen perdiendo su risa. Es agotador para aquellos que han visto un milagro tener que convencer a otras personas de que la magia existe.
Estiro la mano y acaricio su mejilla con suavidad. Aprieta los labios con fuerza y retiene la emoción con una mueca de amor y dolor juntos.
-Te quiero, lo sabes -le dije secando sus lágrimas- pero, no quiero que esto vuelva a ser otro intento en vano -negué con la cabeza- necesito que me asegures que me dejarás quererte como mereces que te quieran. En todos los sentidos.
Sonríe. Se acerca con fuerza a mi cintura y pega nuestras frentes por completo. Suspiramos a la vez.
- Ah, y necesito que seas sincera -añadí.- esa sonrisa tuya podría significar cualquier cosa.
Vuelve a reír junto a mi boca. Me dan ganas de besarla pero me contengo.
- Vale -asegura y se pone en situación conteniendo la risa- Hugo, te soy totalmente sincera -pronuncia poniéndome ojitos.- cuando te digo que te quiero, y que quiero quererte y que me quieras toda la vida.
Hay veces que no puedes explicar lo que siente el corazón cuando oye ciertas cosas, esta vez fue una de ellas. Y solo encuentro un beso para responder a su frase. Porque mis labios y mi lengua siempre se han expresado mejor que yo. Sonríe a mitad del beso, y hace que mi boca se resista cuando se echa hacia atrás, impidéndome besarla de nuevo.
-¿Te apetece pedir otro deseo? -pregunta mirando de reojo a la fuente.- se cumplen eh, te lo digo yo...-me abraza por la cintura y se apoya en mi pecho.
Saco un par de monedas del bolsillo de atrás de mi pantalón y le tiendo una mientras nos damos la vuelta, dejando la fuente a nuestra espalda. Esta vez sí pido un deseo. Que no os diré porque si no, no se cumple, ¿no?.
Ella, tras cerrar los ojos con mucha fuerza los abre de nuevo y me mira.
-¿Sabes? tengo la sensación de que mi deseo se cumplirá pronto -sonríe con seguridad.
-¿Ah si? -pregunto cogiéndole de la mano.
-Sí -dice besándome de nuevo, con una sonrisa que da pie a demasiadas cosas- ya sabes, intuición femenina.
Una hora después estamos en la habitación del hotel. Sobre la cama. Abrazados todavía con la ropa puesta. Todavía no nos hemos dicho demasiado, simplemente hemos dejado que el momento suceda. Porque hace una noche maravillosa para dejarse querer. Los dos teníamos los ojos cerrados, y parecíamos felices allí tumbados. Si encuentras a una persona así, alguien a quién puedas abrazar y con la que puedas cerrar los ojos a todo lo demás, puedes considerarte muy afortunado. Aunque solo dure un minuto, o un día.
-¿Por qué ahora? -pregunto de repente- ¿Por qué te has dado cuenta de todo esto ahora?
Ladea la cabeza para mirarme y me coloca el tupé con suavidad.
-No sé -se encoge levemente de hombros- leí tu carta y...noté un fuerte dolor justo ahí - se ríe suavemente y pone su mano sobre mi corazón. Sonríe- no sé si eso era amor, pero creo que vale la pena arriesgarse por un dolor cómo ese.
-Eres maravillosa -asiento sonriendo, agarro cada lado de su cara golpeando mis labios contra los suyos- te quiero tanto -dije, besándola una y otra vez. Sus labios tenían problemas para seguirme.
-Sólo recuerda eso, cuando dentro de cincuenta años tengas que seguir aguantándome -se ríe y tira con fuerza de mi camiseta para morderme los labios.
-No me importaría en absoluto -reconozco- será un honor para mí aguantar tu malhumor. Le gusta lo que oye. Me besa el cuello.
-Tengo que hacerte una pregunta...-dice apartando su boca de mí.- ¿Has estado con alguna durante este tiempo ? Alguna se te habrá acercado..
Suelto una carcajada y luego me mira muy atenta. Nunca he entendido que pregunte ciertas cosas, que se dan por supuestas.
-Yo te elegí a ti -digo un poquito más serio- y aunque vengan mil, te sigo eligiendo a ti.
Sonríe muy ampliamente. Y con esa pizca de amor divino que le pone a todo, me susurra algo al oído. Algo que queda ahí, solo para los dos. Ni si quiera vosotros llegaréis a saberlo algún día. Fue demasiado nuestro.
Y tras sonreír y hacer como si nada, suspira.
-Amor tienes que ponerme al día -dice dándose la vuelta y apoyándose en el almohada sobre su brazo derecho. Me mira.- ¿Qué has hecho en estos dos meses?
-¿A parte de echarte de menos? -pregunto levantando las cejas.
-Sí, a parte de eso...-suspira sonriente.
-Trabajar, como tú -preciso- he empezado ya a grabar el nuevo disco, cuando volvamos a Madrid te lo enseñaré...
-Me lo cantarás, quieres decir -dice mordiéndose la lengua- tengo ganas de ver a tu familia y de que veas a la mía...
Hacía tanto que no hablábamos de esas cosas, hacía tanto que no eramos una pareja de verdad... Tenía ganas de todo con ella. Lo dije después de que nos casásemos y lo mantengo ahora, ella es las ganas más bonitas que he tenido de estar con alguien. En todos los sentidos.
-Por cierto...-añade levantando poco a poco mi camiseta y echando un vistazo a mi abdomen- ¿Has ido al gimnasio? Estás más, más....-busca las palabras y sonríe seductora- estás más sexy.
-¿Ah si ? -digo, y la beso- te parecerá una tontería, pero, tenía esperanzas de que volviésemos y...-me paso una mano por el pelo- te he comprado un regalito.
-¿Qué? ¿En serio? ¿Donde está? -abre mucho los ojos y se incorpora de golpe.
-En esa bolsa -digo señalando un paquete perfectamente envuelto que está sobre el sillón.
Lo coge, toca el papel, y lo aprieta. Lo mira y lo remira, le da vueltas en las manos. Se decide a abrirlo, rompe el papel y enseguida lo entiende todo. Sonríe divertida y se lo pone por delante. Un camisón de seda negro, lleno de encajes y transparencias. Empieza a bailar con él en la mano hasta detenerse en frente del espejo. La miro a través del reflejo.
-Vaya...-suspira- no sé qué pensar de que me hayas regalado esto.-lo mira una y otra vez- ¿Tan seguro estabas de que iba a caer en tus brazos?
-Bueno ya sabes, fueron veinte segundos de coraje irracional. -me encogí de hombros pensando en aquel consejo que me dio Antonio en su día- No me lo pensé. Me apetecía algo especial si es que te decidías por volver conmigo.-me mira estupefacta a través del espejo y sonríe- no me negarás que hacerte firmar el divorcio para que te decidieses fue una idea genial.
Se ríe y se da la vuelta. Le muestro una sonrisa irresistible.
-Venga, ¿No te lo vas a probar? -sugiero.
-Sí. Pero cierra los ojos -ella empieza a desnudarse cuando se da cuenta de que mis ojos están un poco activos.- no me fío...-apaga la luz.
No se ve nada, solo la luz de alguna farola lejana nos ilumina y las estrellas ocultas se cuelan entre las cortinas cerradas de la habitación. Noto que se acerca a la cama, se sube a ella por mi lado pero permanece apoyada sobre las rodillas. Giro la cabeza, su silueta es perfecta a contraluz.
-Bien...-dice con voz cálida y sensual- ¿Qué tal me queda?
Abro los ojos. La acaricio suavemente con una mano, buscando el tejido de seda. Bajo por las piernas y sigo hacia arriba, más arriba, hasta las caderas, pero no encuentro nada. Está desnuda por completo.
-¿Has visto que camisón más ligero? Casi no se nota.-se ríe.
Se agacha y me da un dulce beso.
-Cariño... -le digo antes de que el calor me consuma por dentro y tenga que quitarme ella misma la ropa- creo que es definitivo, Roma nos sienta muy bien...-sonrío en medio de la oscuridad y le acaricio el pelo- hay más amor en el ambiente que de costumbre.
Se ríe y abre las piernas sentándose sobre mi cintura. Está preciosa aún a oscuras. La noto sonreír y respirar un poco más rápido.
-Deja de hablarme de amor y ven a hacérmelo.
Otro porfiiiiii !!!!
ResponderEliminar* *
^
______
Felicidades.Cada día te superas más.Sube pronto porfaplis!!!!
ResponderEliminar