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sábado, 19 de julio de 2014

CAPÍTULO 64. DILUVIO DE CAMBIOS.

No sé qué contestar a lo que acaba de decir. Me quedo quieto mirándola delante de miles de personas, solo porque nunca he encontrado palabras suficientes para explicarle ciertas cosas. Así que, me quedo callado. Porque hay silencios que se callan porque de hablar solo hablarían de ella. Y así casi todos los míos.
Me ve perdido y agarra mi mano con más fuerza antes de dirigirse al público.
-¿Habéis visto? Lo he dejado sin palabras...-se ríe, y la gente lo hace con ella.
Saliendo de ese mundo personal al que solo voy cuando hace que se me acelere el corazón de semejante manera , me acerco el micrófono a la boca y miro al frente.
-¿Qué os había dicho? Es una chica bastante especial..., ¿no ? -sonrío y el público contesta al unísono con un tremendo SÍ.- gracias...-digo mirándola- gracias por esto...-digo haciendo referencia al momento más mágico de mi vida- y por todo lo demás.
Se muerde la lengua y en cinco segundos anuda sus brazos en mi cuello. Nos abrazamos sin miedo, sin tapujos y más fuerte que las últimas mil veces. El público aplaude, grita, silba y se desata la plena y absoluta locura. En ellos, y en mí. Desearía besarla en esos instantes, más que en ninguno. Pero sé que es demasiado-
La noto reírse en mi nuca.
-Te quiero ...-susurro y lo digo aún sabiendo que no me va a regalar un te quiero tan pronto.
Pero le que viene después es mucho mejor. Separándose de mí me da un suave beso en los labios. Sí, habéis leído bien. Un beso en los labios. Delante de ocho mil personas. Y ese beso, que parecía fugaz se alarga un poco más por los aplausos infinitos de la gente.
Se marcha minutos después entre risas por la locura que acaba de hacer y tras dar las gracias tantas veces como yo se las doy al puto universo por haberme regalado ese momento. Y me quedo a solas con el público. Y no sé de dónde cojones voy a sacar la concentración para seguir el resto del concierto.

Dos horas después conducimos por Madrid. Diluvia. Solo reímos en el coche, con la radio puesta, rememorando momentos del pasado.
-¿Te llevo a casa? -pregunto entre carcajada y carcajada.
-No...-susurra pensando unos segundos- vamos a otro lado, me apetece no sé, una noche diferente...
Las alarmas se me encienden por dentro cuando menciona lo de "una noche diferente" y tengo que tragar saliva para que no se me note. Si ella supiese la de ideas que tengo yo de una noche diferente... Casi todas en su cama, claro.
-Bien, ¿Conoces algún sitio especial? -pregunto cambiando el rumbo del trayecto.
-No sé, tu conduce, ya improvisaremos...-sonríe dejando una intriga que me gusta todavía más.
Asiento mordiéndome los labios y suspiro entre la felicidad y la tranquilidad que da saber que todo está yendo bien con ella.
Ya no sé ni por dónde vamos. Hace tiempo que conduzco por las afueras de la ciudad. Solo nos rodea campo y las montañas se ven a lo lejos. Fuera solo es de noche y llueve. Y dentro parece todo lo contrario.
- ¡Para ahí ! -grita de repente señalando hacia un lado de la carretera.
-¿Ahí dónde? -contesto alterado dando un volantazo.
-Ahí Hugo joder, en ese mirador...-estira el brazo y dirijo el coche hacia donde me indica.
-¿Aquí? ¿Por qué aquí? Si no hay nada...-miro a través de la ventanilla, la carretera está ya a bastantes metros y solo hay una explanada en medio del monte, rodeada de una pequeña valla de madera.
-Precisamente por eso, no hay nada, ni nadie...-sonríe y me planta un beso. Un tremendo y fantástico beso. Tira de mi nuca con fuerza y pega mis labios a los suyos con dureza una y otra vez. Su lengua juega con la mía. Me redescubre la boca de nuevo. Y estoy tan concentrado en su boca, que mis manos se quedan inmóviles y solo se apoyan en sus piernas.
-Esto quiere decir que...-sonrío frente a sus labios mientras mis dedos viajan por debajo de su camiseta.
Se echa hacia atrás riendo.
-No te confundas, sigo queriendo ir despacio...-se encoje de hombros sonriente.
Resoplo y me muerdo el labio mirándola.
-Y más o menos...¿Cuanto te va a durar? -pregunto riendo- lo digo porque, o dejas de ir tan guapa...-digo mirándola de arriba a abajo y tragando saliva- no sé si voy a poder contener lo de arrancarte la ropa.
Suelta una carcajada y me da otro beso.
-Vamos a fuera, venga...-dice en mi oído.
-¿Qué? Nena está lloviendo muchísimo. No vas a salir ahí fuera. -niego con la cabeza reteniéndola con fuerza.
-Ven...-dice con una suave voz- es lluvia, no pasa nada... Después nos secamos y nos vamos a casa. -sonríe como si fuera a arrastrarme con ella toda la vida- ¿No dejarás que me moje ahí fuera yo sola, no ? -se ríe mordiéndose la lengua.
-Cinco minutos y entramos...-advierto con el dedo índice en alto.
Asiente rápidamente y cada uno abrimos nuestra respectiva puerta, salimos y a los tres segundos el agua nos cala hasta los huesos. Pero realmente fuera el paisaje es espectacular. El diluvio se extiende hasta las montañas que se ven a lo lejos, y los árboles y la carretera que hemos dejado unos metros atrás. Es complicado ver, de todo lo que llueve, pero observar las gotas rebotando en cualquier lado es realmente mágico. Adoro ver llover de esa manera, con fuerza, con ímpetu.
Echo la cabeza un poco hacia atrás, dejando que la lluvia me empape por completo y la miro.
-Es una irresponsabilidad para los dos estar aquí fuera, si enfermamos ¿Qué pasa? ¿Vas a hacer los próximos conciertos sin voz? -coloco mis manos en la cintura con decisión pero a ella no parece influirle en absoluto mi seriedad.
-Hace tiempo que me hice inmune a cinco minutos de lluvia Hugo, no pasa nada...-sonríe- ven aquí.-me tiende la mano y camina hasta la parte delantera del coche.
Se sube al salpicadero y estira la espalda sobre él, dejando los pies apoyados en el borde. Mira hacia arriba y el agua se le mete en los ojos, pero los abre y entreabre la boca. Las gotas le rozan los labios. Me sonríe y hace un gesto para que me tumbe a su lado imitando su posición. Obedezco.
-Vamos a abollar el coche cariño y mañana tendré que llevarlo al taller....-me quejo mientras apoyo la cabeza a su lado. Yo soy más alto que ella y tengo que encoger un poco las rodillas para subirme por completo sobre el coche.
-¿Puedes dejar de quejarte? -pregunta alzando un poco la voz, porque con tanta lluvia, no nos escuchamos- vive el momento Hugo. Antes lo hacías.
La miro de inmediato cuando dice eso. Quizás tenga razón. Hace un tiempo habría sido yo el que hubiese tirado de ella para invitarla a hacer locuras.
Nos quedamos callados los dos. Extiendo el brazo izquierdo instintivamente y ella apoya en él la cabeza. Cerramos los ojos. Es una sensación bonita. Sentir que el agua te recorre el cuerpo, escuchar el martilleo de la lluvia sin parar. Y tenerla a ella al lado lo mejora todo.
-Esto es una locura -exclamo- estás completamente loca.
Reímos. Juntos. A la vez.
-Es bonito estarlo a veces, deberías probar más a menudo.-argumenta mirándome de reojo.
-Oye...-susurro un poco más cerca de ella- lo que has dicho esta noche, sobre el escenario...¿Quiere decir que...estás enamorada de nuevo?
Es una de las preguntas más complicadas que he hecho en mi vida por el miedo a la respuesta. Sonríe tímidamente y abre un poco los ojos, porque la lluvia disminuye. Mira al cielo y suspira.
-No creo que todo se reduzca a volver a enamorarse Hugo...-reflexiona con la mirada- quiero decir, uno no llega a desenamorarse realmente de alguien. Cuando te enamoras, cuando te enamoras de verdad, el amor es de por vida.
-¿Entonces? -quiero saber.
El agua parece caer con menos intensidad mientras hablamos, y lo agradezco. Los faros del coche es lo único que me permite ver la forma en la que aprieta los labios y suelta el aire mirándome, muy lentamente.
-Supongo que se trata de volver a sentir lo mismo que al principio.-hace una media sonrisa- de comprobar si realmente podemos estar juntos toda la vida.
Sonrío por sus palabras. Nunca comprenderé como consigue explicar todo a la primera. Está hecha de otra pasta, si no, no se entiende lo que hace.
-¿Y lo has comprobado ya? -sonrío- ¿Sientes lo mismo de nuevo?
Ya estamos los dos girados hacia el otro por completo. Nuestras frentes están a pocos centímetros y puedo ver que los mechones de pelo empapados se le pegan a la cara con delicadeza.
-No lo sé...-mueve un poco la cabeza y me mira a los ojos- digamos que vamos por buen camino.
Me conformo con su respuesta. Me conformo porque sé que las cosas no consiguen de la noche a la mañana y menos con una mujer como ella. Asiento lentamente, beso su frente con dulzura, y los dos volvemos a colocarnos con los cuerpos apuntando hacia el cielo.
Los minutos transcurren en silencio. Yo solo la miro. Y ella sabe que lo hago. Me paro en sus labios, en el piercing de su nariz o en como las gotas de agua le resbalan por las mejillas. Y la observo tanto que se me olvida que está lloviendo.
-¿Por qué me quieres? -pregunta de repente con curiosidad, frunciendo el ceño.
-¿Qué? -exclamo- ¿Qué clase de pregunta es esa?
-Pues una normal y corriente -se encoje de hombros- ya te he dicho que aún me quedan por comprobar y por sentir muchas cosas...-levanta las cejas- venga, responde.
No sé responder a eso. No se puede explicar a alguien por qué le quieres. Es sencillamente inexplicable. Y ella lo sabía, así que supongo que solo quería una extraña demostración por mi parte de lo que sentía por ella. No lo sé.
-Te quiero porque...-tomo aire. Ya ha dejado de llover.- no lo sé, por cómo eres tú.- me encojo de hombros y la miro, pero sé que espera una respuesta mejor, y se la doy.- te quiero porque creo que es necesario, porque cuanto más te quiero más y mejor me encuentro, y te odiaría solo porque no puedo quererte más.- se muerde el labio y me mira como si no pudiese mirar a nadie más- y te quiero porque no creo en muchas cosas...-río levemente para ponerme serio después.- pero sí creo en nosotros.
Por primera vez desde hace tiempo, veo en ella un atisbo de emoción completa. De amor o yo que sé.
-Ha sido una buena respuesta -admite sonriente.
-La que te mereces -digo con tranquilidad- pero bueno, las razones por las que te quiero darían para más o menos...-entrecierro los ojos un poco- para unas mil canciones.
Se ríe. Y sin apenas incorporarse, aún tumbada sobre el coche, estira su mano y la hunde por mi pelo. Yo comienzo ya a resbalarme, porque la superficie de mi Audi gris, está empapada y mi ropa todavía más. Pero no quiero moverme, me agarro con fuerza y ella, muy tranquila, sigue peinándome.
-¿Volvemos a dentro? -pregunta muy bajito.
-Estaba deseando que me lo pidieras.-río.
Chilla y se ríe cuando corremos al coche. Cierro dando un portazo y después se oye el de su puerta.
-Estoy completamente helada -suelta una risa temblorosa mientras cruza los brazos y apoya la barbilla en el cuello.- odio llevar ropa mojada..-comenta tiritando.
-Puedes cambiarte detrás, tengo alguna sudadera en el maletero...-digo señalando con la cabeza- no miraré, te lo prometo.
Sonríe. Y se lo piensa durante varios instantes, pero está tan mojada y tiene tanto frío que termina por acceder. Se cuela a través de los asientos tras mi promesa de que no echaré la vista hacia atrás en ningún momento.
-Como mires, te mataré -advierte riéndose.
-Dios, que ganas de que llegue el día en el que pueda volver a verte desnuda...-resoplo apoyando la cabeza en el asiento.
Mentiría si dijese que no he mirado toda la escenita por el retrovisor. Sigue manteniendo ese cuerpazo, y aún en ropa interior, se le nota. El tatuaje de su vientre reluce tentador. Me aclaro la garganta y disimulo. Un día de estos, me va a dar un infarto.
Minutos después regresa al asiento de delante, vestida únicamente con una sudadera que le llega por las rodillas. Su melena está mojada por completo. Está increíblemente guapa.
-Reconozco que te queda mejor que a mí...-sonrío encendiendo la calefacción. Me mira y niega con la cabeza suspirando.- ha estado bien la locura, no te lo niego.
Muestra una sonrisa triunfal. Y segundos después la borra para mirarme con nostalgia o una especie de sentimiento indescifrable.
-Eres un hombre maravilloso ¿Lo sabes verdad? -dice risueña, entre una lenta sonrisa.
-Algo me ha dicho alguna chica guapa...-bromeo chasqueando la lengua.
-¿Ah sí? ¿Quién? -pregunta siguiéndome el rollo.
-No sé, quizás la conozcas...-pongo morritos y pienso la siguiente frase- es una morena espectacular, tiene un cuerpazo que dios...-suspiro- ah y hoy lleva ropa interior negra.
Se le borra la sonrisa de embobada y me golpea un fuerza el hombro.
-Eres imbécil -asiente convencida.
Nos quedamos mirándonos. Y sin aguantar mucho más las ganas , me come la boca. Literalmente. Apoya sus labios sobre los míos, delizando su cálida lengua en mi boca. Mi lengua se mueve contra la suya, al principio despacio, saboreándola y después chocando sin control. Respiramos hondo en la boca del otro, e incapaz de resistirme a cómo besa, le ojo la cara entre las manos fundiendo mis labios con los suyos con voracidad. Hasta que nos separamos lentamente.
-Con besos así, probablemente no me haga falta acostarme contigo nunca más -admito.
Y cuando lo hago, suena mi teléfono. Dejo de mirarla a ella y miro hacia los lados en busca de mi móvil. La pantalla se ilumina "Helena llamando". No sé si por casualidad o por accidente ella lo ve y hace una mueca de indiferencia exagerada. Lo pienso unos instantes y le quito el sonido, dejándolo sonar eternamente.
-¿No vas a contestar? -pregunta extrañada.
-No, esta noche no.-niego con la cabeza.
No me toma muy enserio y gasta algunos segundos en comprobar que estoy siendo sincero. Pero termina por sonreír y volver a besarme. Lo sabe y le gusta, lo cambios empiezan a llegar.


3 comentarios:

  1. Me encanta jijiji.Sube pronto plis k me da un infarto jajaja.Felicidades.

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  2. COMO NO SUBAS UNO PRONTO EL INFARTO ME LO DA A MI !!!!!!!
    SUBE EL 65 PORFAPLISSSSS!!!

    xD

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  3. El infarto nos lo das tu a nosotros como no subas el 65 pronto!!! Jajajajaja

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