Vistas de página en total

jueves, 3 de abril de 2014

CAPITULO 43. DESPEDIDAS A LO GRANDE

Estaba agarrada a mi espalda con fuerza, como si fuese un abismo del que se fuese a caer, sus piernas hacían lo mismo en mi cintura, la rodeaban . No existía distancia entre nosotros, ni si quiera las moléculas de agua ponían algún impedimento a nuestra unión. Sus labios mojados hacían maravillas con los míos, suaves y bailarines por todo mi cuerpo. En especial su lengua, os juro que jamás encontré un compás como el qué ella marcaba en mi boca haciéndome delirar con cada roce, ni la mejor canción del mundo tenía el ritmo que ella me daba. Pero cuando juntos, tras un baile infinito de gemidos y suspiros, alcanzamos el cielo , el extásis más profundo, se separa un poco de mi boca para con un grito ahogado soltar todo el placer acumulado. Y sonríe y vuelve a sonreír mordiendo su labio inferior. De esas sonrisas que solo te salen cuando acabas de hacer el amor con alguien, como poniendo el broche final a un baile de sensaciones que te remueven por dentro. Y la veo sonreír tan cerca de mí, pero tan lejos de todo, y la euforia que llevo dentro se me queda pequeña para explicar como me siento allí con ella. Sus mano pasean por mi nuca y las mías siguen debajo del agua, firmes en sus curvas.
-Dios....-dice riendo en un suspiro, mientras echa un poco la cabeza hacia atrás, para acabar mirándome sin piedad.
-Qué pasa ?-digo sin entender su risa. Acaricio su pelo mojado y enredo en él mis dedos, haciendo pequeños círculos.
-Creo que hoy Barcelona se nos ha quedado pequeña...-ríe y aún riendo me besa. Y en el beso todavía lleva toda la pasión que me ha dado minutos antes, aunque supongo que de eso ella siempre tendrá de sobra. Suelta un suspiro a escasos milímetros de mi boca y cierra los ojos un instante. 
-Cariño, deberíamos salir ya de aquí, te vas a congelar...-dije separándome un poco para avanzar hasta el borde de la piscina. Se lanzó a mi espalda por detrás y se anudó a ella, dejando besos en mi cuello entre risa y risa.
-Amor te aseguro que si algo tengo es calor...-dijo susurrando en mi oído. Mis defensas se cayeron todas al suelo al escuchar su voz tan de cerca y de esa manera. Y cuando mordió mi oreja, pasando su boca por todos los rincones de mi nuca, me rendí como la primera vez que lo hizo. Me giré para toparme con su boca sedienta de nuevo. Agarré sus muslos y la pegué todavía más a mí, mi corazón se seguía acelerando en esos momentos en los que las ganas y excitación se adueñaban de nosotros. Y el amor, sobretodo el amor. Pero sentí verdadero vértigo cuando con los ojos entreabiertos noté una luz lejos de nosotros.
-Quién anda ahí ? -dos hombres que parecían ser empleados del hotel estaban a varios metros de nosotros. Reaccioné rápido y todavía sin ser visto salimos del agua y nos escondimos tras la barra de un pequeño bar de piscina que estaba a nuestra izquierda .Estábamos completamente empapados y desnudos. Quería reírme a carcajadas, por la situación y por la cara de asustada que tenía, pero aguanté la respiración hasta que supe que se habían ido y que volvíamos a estar solos de nuevo.
-Te juro que te mato...-dijo golpeándo mi brazo. Lo hizo con rabia pero al ver su sonrisa supe en seguida que estaba de broma.
-Pero si has sido tú la que se quedó con las ganas...-dije acercándome a ella, se apartó corriendo.
-Más te vale traerme una toalla enseguida, que mira cómo estoy...-se abrazó a si misma para protegerse del frío y mi mirada la recorrió de arriba a abajo. Frío era lo que menos tenía en ese momento, al verla así. Y es que hay caderas para perderse, sonrisas donde tropezarse, clavículas para subir muy alto. Y luego ella, que es todo junto.
-Nena yo te veo muy bien, muy....guapa- tragué saliva porque sabía que esa palabra no describía ni la mitad de lo que ella era , estaba embobado, perdido de todo. Pero su grito me sacó del mundo en el que lo que mandaban eran sus perfecta curvas. Salí en busca de dos toallas para taparnos y afortunadamente las encontré más rápido de lo que pensaba. Volví y la enrosqué en una de ellas, se apoyó en mi pecho y la rodeé con mis brazos. El suspiro que soltamos a la vez, dijo demasiado de esa noche.
-Ha valido la pena la verdad....-dice ella rompiendo el silencio contra todo pronóstico- estar aquí, solos tú y yo...es que como si...-hace una pausa y alza la mirada hacia mis ojos- como si hubiésemos parado las horas, el día y las semanas aquí, en Barcelona ,...ha sido una buena despedida no crees ?-ríe y besa mi mejilla para volver a  refugiarse en mis hombros.-pero volveremos pronto, lo sé...-inspira fuertemente y se queda completamente callada. Lo ha dicho como en sus conciertos. Cuando encima del escenario, movida por todo lo que el público le acaba de dar, les promete que volverán a verse muy pronto, aunque a veces no vaya a ser así. Supongo que es un poco como lo nuestro, tras tantas cosas vividas en nuestra ciudad favorita, nos despedimos de todos los momentos juntos. Con una única diferencia. Que yo voy a tener la suerte de revivirlos, día sí, día también.

Dos semanas después, me mudé a su casa. Yo quería comprar una para los dos, donde empezar de cero, pero ella insistió en que por ahora, la suya nos llegaba de sobra. La mudanza fue progresiva, me explico: fui llevando las cosas a su casa poco a poco y aún se enfadaba conmigo porque invadía su armario con mis camisas o discutíamos porque decía que tenía más cremas que ella. Pero a pesar de todo, las reconciliaciones siempre eran lo mejor, ya me entendéis. Nuestra relación nunca fue mejor. Creo que el tiempo qué pasamos en Barcelona siendo amigos, nos unió muchisímo más y si a eso le sumamos las ganas que nos teníamos guardadas, nos sale algo que a día de hoy todavía me cuesta explicar. No nos escondíamos de nada, prácticamente acudíamos a los eventos juntos y nos hacíamos fotos sin problema, aunque hablar de nuestra relación era algo a lo que no estábamos dispuestos. En resumen era feliz, los dos lo éramos. Porque después de tanto buscar a la felicidad por todos los rincones de nosotros mismos, habíamos llegado a una conclusión. Que para ser feliz sólo hace falta alguien que entienda que ya no necesitamos serlo.
Una tarde de principios de septiembre, cuando Madrid todavía era un lugar dónde el sol nos abrasaba, llegué a casa tras un largo día de estudio y entrevistas. Era el mejor momento del día, volver y encontrarla siempre ahí,  a veces era al revés y era ella la que volvía de un concierto. Abrí la puerta de la entrada y no la encontré por ningún lado, escuché su voz desde el ático y subí las escaleras corriendo, muerto por verla.
-Hola amor...-estaba sentada  en el sillón de su particular estudio. Rodeada de papeles y papeles, llenos de letras y partituras musicales. Me sonrió nada más entrar, pero no se levantó a saludarme, parecía muy concentrada. Me apoyé en el marco de la puerta y la observé atento. Se mordía el labio mientras pensaba y anotaba cosas en sus cuadernos.
-Estás componiendo ?-dije un poco extrañado. Pocas veces la había visto hacerlo. Asintió rápidamente mientras cantaba alguna melodía en voz baja.- puedo leerla ?-por primera vez en toda la conversación, me miró fijamente. Levanté las cejas y le mostré la mejor de mis sonrisas. Me sostuvo la mirada demasiados segundos como para que yo pudiese aguantar.
-Hugo, no está terminada y además le falta....-no la dejé hablar. Avancé hasta un rincón de la habitación y cogí mi guitarra, sentándome a su lado. Se le escapó una sonrisa al verme tan decidido pero no dijo nada. Intenté coger la partitura pero ella me frenó de inmediato. Se puso seria durante un instante en el que creí que el mundo se me caía encima.-para -dijo matándome con los ojos- antes tendrás que darme el beso que no me has dado no ?-me guiñó un ojo y solté la guitarra. Tomé su rostro con una mano y la besé. Acarició mi mejilla con dulzura durante el beso. Ya me suena a chiste eso de contaros como me besaba, porque lo habré dicho ya un millón de veces. Pero creerme, que cada vez que lo hacía, era distinta a la anterior.
-Es esta no ? -dije separándome de su boca y señalando una de las canciones esparcidas por toda la habitación. Asintió y en medio segundo ya estaba empezando a tocarla. Sólo quería escuchar la melodía pero ella empezó a cantar. La miré muy sorprendido. A pesar de todo, pocas veces la había escuchado cantar más allá de los conciertos o  el estudio, bueno y en la ducha. Su voz me traspasaba. Pero a quién no ? Yo no dije nada, simplemente me limité a tocar y a escucharla cantar. Se colocó todavía más cerca de mí, totalmente de frente. Dejándome indefenso ante tantas sensaciones que su voz provocaba. Me fijé en la letra, en cada palabra que decía. Hablaba de lo que sientes cuando la distancia te impide ver a alguien importante, cuando echas de menos, pero luchas por seguir estando ahí cada día. Sobra decir que en el primer momento supe que la canción contaba algo de nuestra historia. En alguna frase le tembló la voz, se emocionaba pero intentaba esconderlo. Cada palabra le dirigió a mis ojos, y cuando terminó no pude hacer otra cosa que quedarme callado.
-Qué ? Qué te ha parecido ? -se hizo el silencio. Mucho silencio. Nadie en ese instante encontraría palabras para explicar esa canción. Nos miramos. Cruzamos miradas y yo abrí la boca intentando decir algo pero no me salió nada.
-Bueno...tengo una sugerencia que hacerte...-frunció el ceño al verme aparentemente tan serio y concentrado- que la cantes conmigo en un concierto...-lo dije con toda la serenidad posible, pero su sonrisa la rompió en un segundo. Se acercó y besó mis labios suavemente.
-Si tú me prometes otra cosa...-dijo muy cerca de mí boca- que la vas a grabar conmigo para el próximo disco...-levantó las cejas y yo me eché un poco hacia atrás, intentando asimilar lo que me acababa de decir.
-En serio ?- no dijo nada pero su sonrisa era un Sí, un Sí rotundo. Esperaba que la besase pero no lo hice, solo me reí. Me reí más de la cuenta, hasta que ella tuvo que darme un empujón para que dejara de hacerlo- mi amor  es que....-me levanté rápidamente cogí su mano- yo traía una sorpresa pero me parece que tras esto, la has superado....-la cara se le iluminó y en un segundo estaba de pie conmigo esperando qué hacer. Tomé su mano con más fuerza y bajamos las escaleras casi saltando. Le tapé los ojos antes de abrir la puerta de la calle  y conté hasta tres.
-Hugo qué has hecho ? Estás loco...?-abrió mucho la boca al ver la preciosa moto que estaba aparcada en la entrada. Una preciosa Harley Davison negra. La abracé por detrás, estaba inmóvil, muy sorprendida.
-Hace tiempo que tenía ganas de una, además...-me puse a su altura, colocando mi brazo por encima de sus hombros- vas a quedar increíble sentada ahí conmigo...
-Ni de coña, yo ahí contigo no me subo...-dijo dándose la vuelta, agarré su cintura impidiendo que entrase de nuevo en casa.
-Cariño, confía en mí, te va a encantar, venga te llevo a dar una vuelta...-reí al ver la cara de asustada que tenía. Rápidamente y sin darle tiempo a reaccionar, levanté sus piernas y me la cargué sobre el hombro Soltó un grito agudo que recorrió todo el vecindario.
-Hugo te he dicho que no joder..-dijo golpeando mi espalda. La ignoré y avancé hasta la moto, sentándola sobre ella. Se resistió mil veces e intentó bajar otras mil pero no la dejé. Le tapé la boca con mi mano y me agaché para estar a su altura.
-Princesa en realidad lo estás deseando...-noté su risa debajo de mi mano. Me puso ojitos como último recurso pero yo le respondí con un guiño. Soltó un suspiro y se colocó perfectamente en el asiento. Hice lo mismo que ella, me senté y sus brazos me abrazaron por debajo de la chaqueta con fuerza, apoyándose en mi espalda. Abrí el gran portal del jardín y busqué las llaves para encender la moto.Tres segundos fue lo que tardé en hacerlo, pero en el último me frené. Levanté la vista , los dos lo hicimos. No podía creer lo que ví. Noté los nervios recorriendo su cuerpo.Todo mi cuerpo se tensó en un instante, el descontrol comenzó a recorrer mis venas. Escuché su suspiro en mi nuca. Os juro que lo último que necesitaba en ese momento era verle a él allí...

No hay comentarios:

Publicar un comentario