Vistas de página en total

domingo, 13 de abril de 2014

CAPÍTULO 47. NI UN SEGUNDO SIN QUERERTE.

Llovía. Aquella noche llovía demasiado en Barcelona. Era de esas veces que apenas puedes ver lo qué hay más allá de la lluvia y te haces pequeñito. Estaba sentado en el porche escuchando el agua caer por todos lados. Y por un momento temí que nunca fuese a acabar de llover. Aquella noche estaba nervioso, inquieto. La esperaba. No sé qué nos lleva a esperar a personas qué no sabemos si van a venir. Pero aquí estamos. Y es dolorosamente bonito. Muevo mi pierna a un compás incontrolable. Estoy impaciente. Me levanto de las escaleras de madera en las qué estoy sentado y salgo todavía más a la intemperie. Y noto el agua caer sobre mí de forma abrumadora, pero me da exactamente igual. Levanto la mirada hacía la carretera, esperando que llegue alguien. Y pasan los minutos y mi ropa comienza a empaparse tanto, que parece estar pegada a mi piel. Empiezo a creer que no vendrá, que no le habrá dado tiempo y que quizás las cosas no saldrán como teníamos pensado. Pero aparece. Los faros de un coche se abren paso entre la tormenta, aparca a unos metros de mí. No sé cuanto tiempo tardará en bajarse o si le importará la lluvia tan poco cómo a mí. Efectivamente, ni si quiera se tapa, corre hacía mí. Literalmente. Y tarda exactamente seis segundos en anudarse a mi cuello. Ni uno más ni uno menos. Lo sé porque llevo ya bastante tiempo con la cuenta atrás, la de abrazarla digo. La aprieto fuerte contra mí. Estoy casi temblando. Sin el casi. Respiro aliviado y cuando su olor me invade, me doy cuenta de qué ya está en casa.
-Pensé que ya no vendrías...-digo todavía abrazado a ella. Oigo su risa en mi oído. Suave, en contraste con la lluvia.
-Estás loco ?-dice mirándome divertida- te dije que llegaría...-añade una sonrisa que se agranda más y más. El agua sigue cayendo, pero parecemos estar en un universo paralelo en ese instante.- Hugo, no sabes lo qué te he echado de menos...-su voz se entrecorta entre palabra y palabra y tiene que terminar en mis labios. La beso. Y a pesar de nuestras ganas incontables, nos besamos lentamente. Como saludando con cada roce a nuestros labios después de tanto tiempo. Y jamás, os lo juro, jamás he sentido una tranquilidad comparable a la de volver a besarla. Jamás.
-Te quiero cariño -digo riendo en su boca- no sabes lo que te quiero...-se sorprende al verme así y termina por reír también. Siempre he sido calmado ante todo y más cuando se trataba de ella. Pero en esa noche, la calma y yo no nos habíamos llevado demasiado bien.
-Y yo a ti, amor...-me besa de nuevo y cojo su mano rápidamente.
-Vamos -digo dándome la vuelta hacía la puerta de casa. Sonríe y me sigue sin despegarse de mí. Tardo demasiado en encontrar las llaves y se impacienta.
-Hay alguien despierto ?-me pregunta en un susurro, levantando las cejas.
-No, todos llevan durmiendo un buen rato...-tiro de ella escaleras arriba. Reímos juntos todo lo bajito que podemos . Me besa a medio camino y voy a ciegas por el pasillo, guiado únicamente por sus labios. La apoyo contra la puerta de nuestra habitación antes de abrirla. Entre suspiros y sin resistirse se deshace de mi camiseta totalmente mojada.
-Así mejor...-dice riendo en mi oído. Sonrío y la empujo hacía dentro. Coloca sus manos en mis hombros sin dejar de besarme y con un impulso, levanto sus piernas para que queden rodeando mi cintura. Se agarra a mi espalda con fuerza y caemos en el frío colchón. Frío por ahora. Su pelo mojado se interpone en nuestro beso, lo aparto suavemente. Por un instante, deja de besarme para sonreírme, que a veces es todavía mejor. Hacía tiempo que no la veía, sabéis ? Bastante tiempo. Pero cuando estoy así con ella, me doy cuenta de qué la distancia lo único qué hace es que tengamos más ganas de mordernos la boca al besarnos.
-Cariño, sabes qué mañana...?-digo separándome un momento de ella, le sonrío y levanto las cejas.
-Sí amor, mañana es el día...-agarra mi nuca y vuelve a besarme con pasión, me deja sin aire. Acelera mi respiración hasta un punto que creo que me ahogo pero luego pienso qué estoy con ella y se me pasa.
-No estás nerviosa ? -digo besando sus mejillas repetidas veces.
-Hugo...-muerde mi labio inferior y a mí me parece ver las estrellas- ahora...mismo...mis...ganas...no...son...precisamente...de...responder...a ...estas...cosas...-intercala cada palabra con un increíble beso. Y cada uno me deja con más ganas del siguiente. Reí al verla así. Había perdido el control casi tanto cómo yo. Estaba ahí indefensa, bueno indefensos antes las ganas que nos teníamos.
 Su ropa está demasiado mojada. Tiro su pantalón mientras ella me observa pasando la lengua por sus labios. Se incorpora un poco y su cabeza se queda a la altura de mi cinturón. Lo desabrocha  con maestría y se deshace de él.
-Nena estás empapada...-digo desabrochando su blusa blanca que gotea sobre el colchón, pasa su mano por mi abdomen y se acerca a mi oído.
-No sabes cuanto...-dice susurrando, añade una leve risa. No puedo explicar lo qué sentí al escuchar esas palabras tan de cerca y de su boca. El calor me invadió más y más. En apenas segundos, estaba completamente desnuda debajo de mí. Pero frené un poco el ritmo, quería ir despacio. Poco a poco. Aparté su larga melena y besé su hombro muy dulcemente. Dejé pequeñas marcas en su cuello. Deslicé mis labios un poco más abajo hasta llegar a sus pechos. Y suspira y abre la boca irremediablemente por el placer. La quiero toda para mí. Con ella no hay fronteras. No las hay en absoluto. Invento más caminos por toda su piel y quiero vestir su cuerpo con mis manos. Vuelvo a escalar hasta su boca. Me acerco hasta ella y cuando nuestros labios están a punto de tocarse, me aparto dejando un suspiro entre los dos. Sonrío y repito el juego de nuevo, pero esta vez muerdo su oreja. No puede más. Quiere más. Acaricia mi abdomen en busca de más. Y le doy más. Todo lo qué me pida en realidad. Me adentro en ella por completo y su grito de placer invade por completo la habitación. 
-Vas a despertar a alguien...-digo tapando su boca con mi mano mientras río. Su respuesta es clara. Unidos por completo,  se mueve para colocarse sobre mí. Quedo yo tumbado, con ella mirándome desde arriba. Coloca sus piernas a ambos lados  de mi cintura y comienza a moverse. Lento y rápido a la vez. No sabría explicar el compás que llevaba aquella noche. Simplemente me dediqué a mirar su cuerpo desnudo hacer maravillas. Echó su melena hacía atrás y me miró. Sensual, atrevida. Sonríe y vuelve a morder su labio. Agarro sus caderas y las dirigo hacía el orgasmo. Y llegamos , juntos. Como a casi todo. Tocamos el cielo y lo bajamos. Metemos el cielo durante un instante en nuestra cama. Y os juro que me siento más vivo que nunca y a la vez me muero. Me muero de ganas, de placer y de amor. De demasiadas cosas. Soltamos el último gemido a la par y sonreímos. Se tumba sobre mí y la beso en los labios. Recuperamos el ritmo normal de respiración. Aunque cuando estoy junto a ella, rara vez mis latidos van a un ritmo normal. Estamos sudando, agotados. Coloca su cabeza en mi pecho y lo acaricia haciendo circulos. Enredo mis manos en su pelo y cierra los ojos despacio.
-Cariño....-dice con la voz terriblemente cansada.
- Dime...-contesto en su oído, susurrando.
- Qué bien hacemos el amor -se ríe y muerde sus labios. Levanta la mirada y acercandose poco a poco a mi boca, confiesa- creo que es porque nos sobra - sella su frase con mis labios. Tiene demasiada razón, como de costumbre. Recordais esa vez que os dije, que hay un tipo de distancia entre dos personas que solo el amor la puede llenar. Y que tienes que encontrar a la persona adecuada, que sepa llenarlo. Pues bien, os juro qué con ella , hasta la distancia que separaba un oceáno, nuestro amor la llenaba, kilómetro por kilómetro.

Recuerdo que la mañana siguiente amanecí con el mar en primer plano. La gran terraza situada justo en frente de la cama, dejaba ver la inmensa playa a lo lejos y el sol saliendo de entre las olas, pintando el cielo de color. Y cuando despiertas así, tan cerca de Barcelona, el día comienza a verse desde otra perspectiva. Y si su brazo rodea tu cuerpo, pues ya comienza a ser el mejor día de tu vida.
- Amor...-dijo en un susurro cansado mientras se escondía bajo mi brazo, todavía con los ojos cerrados. Qué esa fuese la primera palabra que saliese de su boca al despertar, era simplemente un hecho indescriptible.- Crees qué podremos escondernos todo el día en la cama y no salir nunca ?-preguntó con voz aguda. Reí en su pelo, besando su frente con dulzura.
-Podemos hacer lo que tú quieras cariño....-dije encogiéndome de hombros mientras acariciaba su espalda y ella simplemente apoyada en mi pecho, miraba el mar de fondo.
-Lo qué yo quiera ? Estás seguro ?- levantó la mirada hacía mí, llevaba puesta la primera sonrisa del día. Qué irónico, me preguntaba si estaba seguro....cuando jamás he estado más seguro que diciéndole sí a todo lo qué ella quiera. Y más cuando sonríe.
-Muy seguro...-mis manos empezaron a descender por su espalda, más allá. Se ríe y muerde su labio. Y en el tiempo que yo tardo en recuperar toda la locura que dejé en su sonrisa, ella ya está en mi boca. Y me besa, cómo siempre, segura y divertida. Y creerme que lo sabe. Sabe qué besa mejor que nadie en este mundo, le encanta saberlo. Y disfruta moviendo su lengua a un compás que nadie lograría describir jamás. Y volverme loco, con sus labios mojados haciendo maravillas con los míos. Los abandona durante un instante y me deja coger aire, pero cuando quiero volver a ellos, ella ya está paseándose por mi cuello.- nena nos casamos en cuatro horas, no crees que deberíamos...
-Hugo qué más da -dice de malas formas ingnorandome y volviendo a atacar a mi cuello. No me gusta nada su respuesta. Me muevo un poco hacía la derecha y aparto su boca de mí. Me incorporo y me quedo sentado apoyado en el cabezal de la cama.
-Espera, espera qué ha significado eso ?-frunce el ceño sin entender nada y resopla- Malú, tú de verdad quieres casarte conmigo? -pregunto serio. Nos miramos un instante en el qué nuestros rostros parecieron no comprenderse. Pero fue solo un segundo.
-Hugo...-se sienta sobre mí y sus manos bajan desde el principio hasta el final de mi nuca- quiero casarme contigo más que nada en este mundo -esa frase la pronuncia lentamente, como queriendo llegar hasta el puto fondo de mi cuerpo y del alma. Y lo consigue. Como siempre.-pero no quiero que nos agobiemos vale amor? -acaricia mi hombro y me mira dibujando una sonrisa.
-Lo haremos con toda la calma del mundo -coloco mis manos en su espalda y la acerco a mis labios. Cuando nuestras bocas estaban a punto de matarse la una a la otra, la puerta de la habitación se abrió de sopetón.
-Titos !-mis sobrinos, en pijama todavía y con pinta de no haber dormido mucho, corren hasta la cama. Natalia lo primero que hace es abrazar a mi chica y Pablo se tira encima de mí entre risas.
-Tito hoy te casas con Malú -dice la pequeña Natalia tirando de la camiseta de mi pijama- hoy se va a convertir en princesa no ?-pregunta ladeando la cabeza. Mi prometida abre mucho la boca y empieza a reír acariciando las trenzas de la niña.
-Mi vida, sabes una cosa ?-digo un poco más bajito- hoy Malú ya va a ser un reina...- Natalia levanta las cejas y sonríe. La mira y se lanza a sus brazos de nuevo. Las dos chicas de mi vida se abrazan entre risas y a mí se me cae la baba demasiadas veces. La segunda interrupción de la mañana entra por la puerta. Mi madre, Jose y Helena, en grupito, vienen a sacarnos de la cama.
-Pero hijo , todavía estamos así ? Queréis llegar tarde a vuestra propia boda ?- camina hasta nosotros y me saca de la cama- Malú cariño, tu madre y tu amiga acaban de llegar, suben ahora con tu equipo para ayudarte a preparate..-dice acariciando su mejilla.
-Venga cuñado, tú deja a mi hermana tranquila durante un ratito eh -dice golpeando mi hombro-tira pa fuera- me río solo y echo una última mirada a la mujer de mi vida antes de verla vestida de novia.

Estoy tremendamente nervioso. Más que ante un concierto. Es solo pensar en verla allí, junto a mí mirándome y me muero por el camino. Y me acojona, qué con tan poco, pueda hacerme sentir tanto. Pero con ella ya me vale todo. Repaso mentalmente las palabras que diré antes del sí quiero. Creo que llevo planeando ese discurso toda mi vida, incluso antes de conocerla. Las manos me sudan demasiado. Me coloco frente al espejo para hacerme el nudo de la corbata, pero no me sale. La frustración me invade y miro al suelo unos segundos, cuando levanto la mirada de nuevo, veo a Helena a través del espejo. Sonrío.
-Cualquiera qué te viese, diría que vienes a impedir qué me case...-está apoyada en el marco de la puerta, de brazos cruzados se ríe y ladea la cabeza. Camina hacía mí.
-No te lo creas tanto Huguito, qué no te pega nada...-asiento, tiene toda la razón de mundo. Se acerca y apoya sus manos en mi camisa- ni hacerte el nudo de la corbata sabes ?-levanta las cejas y me mira.
-Sí que sé, pero sabía que te encantaría hacerlo a ti...-le guiño un ojo y nos reímos juntos como tantas veces. Se concentra y comienza a anudarla rápidamente. La miro mientras lo hace. Cuando la conocí nunca pensé que fuese así, tan de verdad. Más allá de lo qué ha pasado entre nosotros, es de esas personas qué saben marcarte el camino sin pedir nada a cambio. Me parece mentira que una mujer cómo ella siga soltera, es tan guapa, tan maravillosa.
-Qué miras tan atento ?-dice colocando las solapas de mi chaqueta.
-Helena yo...-mis ojos buscan una salida porque los suyos están demasiado cerca- gracias por todo...-no se me ocurre nada más qué decir, aunque creerme que lo intento. Con eso basta. Sonríe y es suficiente.
-Venga, qué la mujer de tu vida no espera..-dice riendo. Nunca le han gustado estos momentos. Aparenta ser la chica más fuerte del mundo cuando se trata de estos temas. Tomo aire y asiento seguro, me toca casarme.
La inmensa playa hoy es toda para nosotros. Un arco de flores señala el lugar del altar, los bancos de los invitados ya están llenos. Aunque la familia de Malú es interminable y los amigos aún más, quisimos hacer una boda todo lo intíma que fuese posible y evitar a la prensa a toda costa. Al otro lado de la playa, cinco carpas blancas, cubren el lugar del banquete al aire libre y una sexta, está preparada con un tablao flamenco. No se podía esperar menos de ella.
Saludo a todo el mundo, a los qué conozco y a los qué no y me coloco en mi lugar. Estoy sudando, no puedo más. Quiero verla. Necesito verla. Miro al frente esperando a qué llegue. Antonio me guiña un ojo y me hace señales para qué retome la calma. Respiro y vuelvo a respirar. Pero sin poder evitarlo, me falta el aire cuando la melodía empieza a sonar y la veo caminar hacía mí del brazo de su padre. Os juro que en ese instante estoy muerto. La veo y me muero. Jamás la he visto tan guapa. Mis sobrinos y sus primos, llevan la pequeña cola de su vestido. Lleva la melena suelta, cómo sabe qué me encanta. Y a cada paso qué da hacía mí siento qué el corazón se me va a salir todavía más. Sabéis esa sensación de ver unos ojos , una mirada y una sonrisa y qué te parezca el paraíso ? Así me pasaba con ella. Camina con el sol en los ojos hasta llegar al altar. Exhala un suspiro, largo, largisímo y me mira. entrelazo mi mano con la suya y sonrío cómo jamás lo he hecho.
-Estás preciosa...-es todo lo qué puedo pronunciar, no me sale más. Trago saliva sin dejar de mirarla.
-Lo sé -dice guiñándome un ojo. Ahora sí tengo que coger mucho aire para no besarla antes de tiempo. La ceremonia comienza y yo no presto atención a nada qué no sea ella. Apenas escucho al cura, que sigue hablando, la misa transcurre, los invitados se levantan y se vuelven a sentar en los diferentes momentos de la ceremonia. Es que estoy enamorado. Miro al rededor y veo todo lo que amo y lo que siempre he amado y lo que querría amar eternamente. Y entre todo este barullo en mi mente, oigo una voz:
-Ahora los novios recitarán sus votos matrimoniales -dice el sacerdote con una sonrisa mirándonos a los dos. Me ajusto la corbata, es mi momento. Me mojo los labios y la miro.
-Malú yo...-titubeó unos segundos hasta que retomo la calma- yo siempre he creído que jamás existiría alguien como tú, que era cosa de películas, pero me enfrento a la maravillosa realidad cada vez qué me miras y veo que sí, qué es verdad, existes...-hago una pausa porque un ohh se oye de fondo, ella se ríe- y te amo -digo serio.- te he amado siempre, he amado la forma qué tienes  de ser cada día cómo distinta, sin ser otra.. y cuando me sonríes cariño..-rio un instante- cuando me sonríes aún me pellizco en secreto para ver si estoy soñando...-su sonrisa se hace más grande tras esas palabras y la primera lágrima de emoción baja por su mejilla- y prometo hacerlo toda la vida, prometo morirme cuando me miras y volver a vivir cuando me beses..-aprieto su mano con más fuerza y le digo con el alma saliéndome por la boca- prometo quererte por lo qué eres y por lo qué crees qué te falta, todos los días de mi vida...-Terminé de decir esas palabras y me sonrió. Y ya no recuerdo más a partir de ahí, sólo sé qué en su discurso las lagrimas se me escaparon demasiadas veces. Incluso después cuando el cura me hizo la pregunta yo no presté atención a nada, el "si quiero" salió de mi boca solo, guiado por ella, por todo lo qué la quiero. Y bueno, recuerdo qué cuando le hicieron la pregunta a ella....recuerdo qué nuestra historia pareció pasar ante nosotros durante un instante. Y qué el corazón guardó todo el amor que corría por mi cuerpo y lo soltó de golpe cuando escuchó su respuesta:
-Sí quiero..-y con sonrisa plena en sus maravillosos labios añadió-siempre he querido- "Puede besar a la novia" fue lo siguiente que escuché. Después fue la melodía de sus labios bailar por todo mi cuerpo. Creo que jamás he dado un beso cómo aquel. Jamás he besado con tanto amor y felicidad en la boca cómo la besé a ella aquel día.- Te amo Hugo -dijo todavía en mis labios. Y así fue. Me casé con ella de la mejor forma posible. Y nos casamos y a mí me parecía un puto sueño, eso de qué fuese a estar conmigo toda la vida, sin pedir nada a cambio.

-Hugo...-dijo aquella noche bailando frente a la orilla del mar. Nuestra canción sonaba de fondo. Ríe antes de hacerme la pregunta y yo rodeo su cintura con más fuerza todavía - crees que algún día dejaremos de querernos ? -ladea la cabeza y sonríe ante lo absurdo de su pregunta. Moja sus labios esperando mi respuesta.
-Creo que no he vivido ni un segundo de mi vida sin quererte...-digo frenando el compás de nuestro baile. Parece encantarle lo qué le digo. Parece qué por un instante todo parece tener sentido para ella. Se apoya en mi hombro, coloca sus manos en mi nuca y comienza a bailar lento, muy lento. Noto su aliento en mi oreja y el mundo me parece un lugar demasiado pequeño para nosotros. Somos más grandes. La escucho reír mientras acaricia mi cuello con un solo dedo.
-Tienes razón amor, ni un segundo...-susurra junto a mi boca. Sonríe. Sonrío. Y nos besamos, sin más. Eso para nosotros, siempre ha sido suficiente.



                                                             FIN.



jueves, 10 de abril de 2014

CAPÍTULO 46. HACE UN AÑO (365 DÍAS)

Habré explicado mil y una veces cómo el tiempo se para con ella. Cuándo ríe, cuando sonríe, cuando me pide un beso, o cuando hacemos el amor. Pero jamás he sentido un vacío temporal más grande que aquella noche, cuándo le pedí que se casara conmigo. Y toda la valentía que había sacado durante esa conversación se vino abajo durante un instante. Se ha quedado quieta. Como nunca antes, parece que incluso no respira. Sus ojos viajan desde los míos al anillo , una y otra vez.  Y no quiero caerme de la nube en la qué estoy, esperando a qué me diga qué si, porque me parece que hace una noche preciosa para dejarse querer.
-Hugo...-abre la boca cómo queriendo decir tantas cosas y tras varios intentos no le sale la voz, irónico, verdad ?- esto es en serio ?-dice con los ojos muy abiertos y una sonrisa a medio camino.
-Es lo más en serio que te he dicho en mi vida nena -digo abriendo los brazos, con una gran sonrisa. Madrid parece quedarse pequeña para la emoción que llevo dentro en ese momento
-Te quiero -dice segura. Creo jamás un te quiero me ha sonado tan convincente. Y le brillan los ojos cómo queriendo sacar a través de ellos las palabras que no le salen por la boca.- pero voy a irme -afirma con una lágrima deslizándose tímidamente por su rostro- voy a irme a México Hugo, porque creo que si no lo hago voy a estar engañándome a mi misma...-toma aire y continúa- y te juro que te quiero más que a nadie- pronuncia lentamente mientras coloca su mano en mi brazo- pero no puedo casarme contigo si eso supone tener que dejarlo todo....-respira fuerte mientras pasa la lengua por sus labios.
-Malú no me has entendido....-digo rozando su mejilla- no quiero casarme contigo para asegurarme de qué te quedes a mi lado, quiero que vayas y te hagas más grande que nadie...-río por dentro después de decir eso, cómo si se pudiese ser más grande qué ella.- quiero casarme contigo porque no puedo imaginarme mi vida sin tí -recalco la última palabra con todo el amor del qué soy capaz, aunque en realidad me sobra- y no sé que va a pasar en un año, o si esto será fácil, pero no me importa en absoluto porque tú vales demasiado la pena...-mi mano se ajusta despacio a su cintura- nena eres el amor de mi vida...-intenta decir algo pero coloco mi dedo en su boca suavemente- shh déjame acabar....-sonrío- y quiero compartir todo contigo, lo bueno y lo no tan bueno, quiero que estemos juntos, aquí o en el fin del mundo, porque tú eres mi fin del mundo...-la acerco más a mí,  no se mueve, simplemente me mira más atenta que nunca- y cariño, me da igual si existen o no los putos finales felices porque yo me conformo con historias a tu lado...-suelto todo el aire que he cogido durante el discurso y lo suelto demasiado cerca de su boca.- así que, qué me dices ? Me harías el increíble honor de quedarte conmigo toda la vida ?- vuelvo a mostrarle el anillo. Se ha quedado callada. No sé si bloqueada por toda la información que acaba de recibir o yo que sé, intentar saber lo que piensa nunca se me ha dado demasiado bien. Abre la boca y coge aire muy muy lentamente mientras una sonrisa se dibuja en sus labios.
-Yo...yo....-mira al suelo unos instantes y levanta la mirada para matarme a traición con esos ojos que parecen haber vivido demasiado- sí amor, quiero casarme contigo -acaba la frase con una sonrisa que no tarda en hacerme reír y a ella también, muy suave. Anuda sus brazos a mi cuello y se acerca tanto a mi que no distingo otro aroma que no sea el suyo. Nuestras frente se pegan y sus ojos quedan a quemarropa de los míos. Los dos agachamos un poco la cabeza. Respiramos al compás.- te amo -dice casi en mi boca. Lo ha vuelto a hacer. Ha dicho que me ama y se ha quedado callada. Y tiemblo, porque no hay mayor responsabilidad en el mundo qué enfrentarte a alguien que te lo dice todo en dos palabras. Como de costumbre me cuesta contestar, y tengo tanto amor corriendo por mi cuerpo sin ningún control que poco puedo ya pronunciar.
-Y yo a ti...-digo en un suspiro, la voz me tiembla al decirlo y no encuentro mejor refugio que su boca. Aparto un poco su pelo y la beso. Y lo hago lentamente y sincronizando nuestras respiraciones , que es como se besa. Y aquella noche tiene los labios pintados de todos los besos que me quedan por darle. Mis manos se colocan en la curva perfecta de su cintura, esa qué he visitado tantas veces.


Poco después recorremos la carretera subidos en mi moto. Con el viento de frente y sus brazos en mi espalda, buena combinación, no ? Hoy no me ha costado nada convencerla de qué se suba conmigo."Vámonos" me ha dicho riendo, "Vámonos lejos" y yo lo único que he podido hacer ha sido subirla en mi moto y buscar un sitio de Madrid que no se nos quede tan pequeño. Aunque en el fondo hoy todo me parece pequeño, inútil, sin importancia... Como cuando conoces a alguien y lo comparas con el resto del mundo y así de un plumazo todo lo anterior conocido y vivido se queda en nada. Asi me pasó con ella.
Bastante tiempo después llegamos a las afueras de la ciudad, casi a la montaña. No sé qué hora es ya, pero no me importa, la opción de ver amanecer con ella me parece la mejor. La carretera comienza a ser empinada y a los lados se dibujan grandes precipicios. La oscuridad no permite ver mucho más allá. Aparco mi moto en un mirador cercano. La única luz que hay es la de los faros de la moto. A un lado hay montañas y al otro, la inmensa Madrid se levanta ante nosotros.

Bajo primero de un salto y cuando ella va a hacer lo mismo, agarro su cintura y la levanto rápidamente. Pasa una mano por mis hombros y se agarra fuerte.
-Hugo estás loco ? Qué haces ? -dice riendo mientras, aún en la misma posición la llevo hasta la barandilla de madera que rodea la pequeña explanada en la que estamos. Se sienta un poco con miedo. A sus pies baja un precipicio infinito. La agarro por detrás, el poste en el qué esta subida no es demasiado alto y su cabeza sigue llegando solo por mis hombros. Se apoya en ellos recostándose. Me muevo un poco y me coloco a su lado. Estira su brazo para acariciar mi nuca y suspira mordiendo sus labios.- tenemos un plan ?-dice rompiendo el silencio que se había creado entre su boca y la mía.
-Ninguno la verdad...-suelto una leve risa y la miro-cuándo te vas ?- pregunto. Convenciéndome a mí mismo de no temer la respuesta.
-En tres días...-dice muy bajito. Vuelve a recorrer mi nuca con su dedo, pero esta vez lo lleva por mi mejilla, hasta mi boca y la acaricia antes de besarla. No me espero el beso. Pero sus labios, dulces y divertidos, rozan los míos lentamente y se despegan igual de despacio, como dejando huella. Tomo una bocanada de aire al terminar, me ha dejado un poco descolocado.-lo siento -dice riendo junto a mis labios- pero es que los voy a echar tanto de menos...
-Iré a verte, te lo prometo -digo seguro, acariciando su pelo. Inventa una media sonrisa como puede y mira al horizonte. Y creo que en ese instante, en el que nos obligamos a separarnos, nos estamos matando de una forma demasiado bonita. Pero yo por lo menos, no tengo ningún problema en morir así.
-Hugo escúchame....-apoya su mano en mi brazo y se da la vuelta dándole la espalda al paisaje, mejorándolo todavía más. Agarro sus piernas dulcemente y las acaricio en círculos.- no quiero que dejes de hacer nada porque yo esté en la otra punta del mundo...-traga saliva intentando explicarse bien- haz tu vida, llámame todos los días y échame de menos todo  lo qué tu quieras...-sonríe un momento e intentando recobrar la seriedad continúa- pero ni se te ocurra dejar tu carrera de lado ni un sólo segundo, por favor...-no puedo evitar morder mi labio inferior con fuerza al escucharla hablar así- prefiero que no vengas a verme...
-Cariño, sabes que no me puedes pedir eso...-digo cerrando los ojos un instante buscando la calma que minutos antes me había invadido.
-Amor, es lo mejor...-coloca mi flequillo hacia arriba, con ternura y ladea la cabeza esperando a qué mi cuerpo se destense y le de la razón. Me pone ojitos y por primera vez en mi vida, me resisto.
-No -digo seguro, sin pestañear- no es lo mejor y lo sabes...-abre mucho los ojos y suspira- no pretendas qué te abandone durante un año, porque no lo vas a conseguir...-lo digo muy serio. Tan serio que ni si quiera se lo espera.
-Hugo no pretendo eso pero...-la callo con un beso. Sé lo que le molesta que no la deje terminar las frases pero esa noche me da igual. Intenta con todas sus fuerzas separarse de mis labios, pero no lo consigue. Tomo su rostro entre mis manos y de la fuerza que incluyo en el beso se tambalea un poco y se echa hacia delante, quedándose de pie junto a mí. Agarro su espalda con decisión intentando hacerla cambiar de opinión, pongo más ganas en ese beso que en ningún otro. Y cuando se separa de mí, parece no acordarse ni de su nombre. Me suele pasar a mí también.- no tienes miedo ? -dice reflejándose en mis ojos. Frunzo el ceño sin entender muy bien a qué se refiere.-miedo a qué nos olvidemos el uno al otro, no sé, a no querernos de la misma manera dentro de un año...-Quiero reírme tras esa frase. De hecho lo hago. Y le asombra mi tranquilidad, le asombra que no siente el vértigo que siente ella ante una relación a distancia. Pero es que a mí ya no me impresiona nada excepto ella.
-Creo que...-interrumpo mi frase con una sonrisa- creo que está bastante demostrado que no sabemos olvidarnos no ? -asiente ríendo tímidamente - te quiero -mi declaración de amor interrumpe el perfecto sonido de su risa- te quiero cómo nunca pensé qué se podía querer a alguien y si tú sientes lo mismo... no sé cariño, es que ahora mismo, creo que somos invencibles...-reímos juntos tras mis tonterías. Y lo prolongamos un rato más, delante de esa noche que parece dibujada para los dos. No sé como consigue que el tiempo pase tan rápido a su lado, será cosa de sus labios supongo.
Cuando el sol comenzaba ya a salir por el horizonte dijo una de esas frases que creo que recordaré toda mi vida. Jamás olvidé ese momento.
-Sabes ?-dice apoyada en mi pecho- quiero casarme en la playa, al lado del mar....-hace una breve pausa y piensa unos segundos- y quiero que tus sobrinos lleven las arras, estaría genial no crees ?-dice ilusionada. Yo solo asiento maravillado mientras ella sigue hablando- y mi padre me llevará al altar por supuesto....dios Hugo y sabes qué podemos hacer ?-levanto las cejas únicamente porque no puedo ni hablar- irnos de viaje a Nueva York, siempre he querido estar allí....sí -afirma segura- iremos a Nueva York, solo nosotros , durante un mes, tú qué opinas ?-pregunta divertida.
-A mí con que me des el sí quiero, me vale...-me encojo de hombros y la beso. Ríe y vuelve a besarme Y cuando una idea cruza rápidamente por su mente se separa de mis labios.
-Hugo...-muerde su labio sin aguantar la emoción- nos casaremos en Barcelona , en nuestra playa....-a cada palabra, su sonrisa se hace más grande. Y más inmensa. Y más bonita. Y yo me siento el hombre más afortunado del mundo antes de tiempo. No recuerdo cuantas horas más pasamos hablando de ese tema durante aquel día, bueno yo simplemente la escuchaba. Y así, pensando en que un día se casaría conmigo, se me olvidó todo por completo, la distancia, el tiempo, todo en general.
Se marchó tres días después, sin qué apenas nos diese tiempo a despedirnos. La eché de menos cómo jamás lo había hecho durante exactamente un año. Y la quise como a nadie, exactamente el mismo tiempo.

lunes, 7 de abril de 2014

CAPITULO 45. EL SÍ DE NUESTRA HISTORIA.

Siempre he creído que cuando necesitas pensar, aclararte , despejarte, nunca es conveniente estar solo, alejado del mundo. Porque ahí nunca aclaras nada, eso de irte a algún alejado de todo y mirar al vacío buscando una solución no me ha parecido nunca nada coherente. Y aquel día, bueno aquella noche de Septiembre fui al único lugar del mundo donde puedo hacer eso que hacemos los artistas cuando buscamos la comprensión de alguien, más bien de algo, de la música. Y entre acelerones nocturnos por las calles de Madrid, llegué a mi estudio preferido. El edificio estaba cerrado, sólo el hombre de seguridad vigilaba desde recepción. Las luces estaban apagadas, golpeé un par de veces la puerta acristalada de la entrada y el hombre bastante mayor que ya había visto alguna que otra vez accedió a dejarme pasar al instante.
-Y usted por aquí a estas horas ? Son las dos de la mañana...-dijo mirando su reloj de bolsillo.
-Lo sé, pero necesito mi estudio esta noche....-dije mientras llamaba al ascensor- no hay nadie más no ?-pregunté asegurándome de que podría estar tranquilo.
-No no, todo el mundo se ha marchado temprano hoy, no se preocupe...-me despedí con un gesto de cabeza y tomé al ascensor hasta la planta baja. Estudio número nueve, el de siempre, el de la primera vez. Entré y miré a los lados, tenía aquello un poco abandonado, con la gira, las entrevistas, promoción, anuncios...etc. hacía tiempo que no iba por allí. Me senté en el gran sillón frente a la mesa principal, revuelta de papeles y partituras que creía olvidadas. No sé cuanto tiempo estuve allí, con mi guitarra y mis letras, contando todo lo que me pasaba, lo que pensaba y lo que sentía, las horas se me pasaron volando. El sueño me vencía por momentos, me tumbé en el sofá y eché la cabeza hacía atrás. Miré al techo, cerré los ojos y me impregné del aroma que aquel lugar desprendía, me calmaba, supongo que en parte era por todos los momentos felices que había vivido allí. Y si, la primera vez que la ví era el predilecto de todos ellos. Aquella tarde de otoño, en la que no parecía haber demasiado en esta vida para mí, la ví entrar en el estudio. Podría describiros cada movimiento que hizo aquel día cuando me miraba atenta tras aquel cristal y yo intentaba acabar mis canciones sin morirme del vértigo que daba su presencia. Recuerdo que lo qué más me impresionó fue la forma que tenía de mirar, sí , de mirar. Jamás, os lo juro, jamás he encontrado a nadie por la vida que te transmita con la mirada lo que ella transmite, de hecho aquel día lo hizo. Se cruzó de brazos y tranquila e inmóvil me observó, sin decir nada porque no le hizo falta, pero simplemente la sensación de sus ojos bailando y jugando con los míos me dejó más muerto que vivo. Y es que yo nunca he creído en el amor a primera vista y posiblemente nunca lo haga, pero luego me pasa eso de que recuerdo la primera vez que la ví y me parece incoherente el hecho de que no la haya querido desde el primer momento que sus ojos se cruzaron con los míos , otra cosa más para la lista de cosas sobre ella que nunca sabré explicar, supongo. Y tras ese día siempre tuve claro que la quería a ella para compartir los minutos, y así fue. Siguió haciéndome paraíso los domingos, fiestas las madrugadas y pasé a abrazarla en lugar de taparme con tantas mantas para darme calor por las noches. Y así pasaron las semanas y los meses hasta aquella Nochebuena en la qué todo se rompió durante un tiempo. Y aquello me pareció el puto fin del mundo. Pero siempre he pensado que , aunque suene a tópico, todo pasa por algo, aunque al principio no consigues entender por qué algunas cosas no encajan de ninguna manera. Pero al final lo hacen y Roma encajó para nosotros todo, el amor, las ganas y....bueno sobretodo el amor, o quizás lo encajamos nosotros, no lo sé. Momentos felices a su lado, de esos que no se olvidan he vivido muchos y al final los más importantes son los qué no os he contado. Un noche poco antes de qué me marchase a México, en aquel ático de Madrid que considerábamos únicamente nuestro, me dijo que amaba. Sí, me lo dijo, quizás nunca os lo he mencionado porque creo que hay cosas que llegan hasta un punto tan alto de la intimidad más pura entre dos personas que a veces da hasta vértigo contarlo. Pero lo hizo, desnuda en nuestra cama, tras hacer el amor, me dijo que me amaba. Y creo que jamás me he sentido tan jodidamente grande en el mundo, como cuando escuché aquellas palabras, porque ella lo hace, produce esa sensación. Te hace sentirte grande por el simple hecho de quererte. Y tras aquel "te amo Hugo" que pronunció con las más exquisita sinceridad que puede hacerlo alguien, no supe que decir. Qué haces cuando una persona como ella te dice que te ama ? Qué le contestas ? Cómo le explicas lo que sientes ? No se han inventado palabras para hacerlo, así que simplemente la besé. Porque ella ya estaba acostumbrada a qué no contestase a cosas como estas y la besase en lugar de hacerlo y recibía mis labios de la única manera que las personas cómo ella saben, con locura, o amor quizás, creo que con ella esas dos palabras sonaban a lo mismo. Y  supongo que lo qué nos pasó después es que la distancia no la habíamos planeado o que como ella dijo, el amor se nos había quedado muy grande. En el fondo tiene razón, porque creo que nos quisimos a destiempo, o quizás nos quisimos todo el rato pero encontramos el valor para decírnoslo cuando el otro estaba ya demasiado perdido. Fue un constante de idas y venidas, de perderla demasiadas veces, de engaños, pero sobretodo de ser cobardes con nosotros mismos. Y al fin y al cabo estamos aquí, juntos. Quizás nuestra relación no sea la más larga del mundo, pero sí la más intensa y es que en apenas un año hemos superado más cosas de las qué cabría imaginar y lo seguimos haciendo. Y si algo sé , es que  hay una puta verdad universal que tengo clara desde el día qué me concedió el privilegio de fijarse en mí y es que os juro, que con ella todo vale la pena. O por lo menos así había sido hasta hoy.

-Hugo....Hugo....-escuchaba mi nombre a lo lejos, como en un susurro, pero los ojos no se abrían- Hugo despierta de una puta vez !!- ahora sí, aquel grito, la voz de Antonio inconfundible, me despertó. Al principio no supe dónde estaba y tuve que mirar hacia los lados para comprobar que efectivamente, me había quedado dormido en el estudio la noche anterior.
-Que....qué hora es ?-dije incorporándome y pasando una mano por mis ojeras.
-Las nueve de la mañana, tú de qué vas ? Crees que este es tu refugio particular ?- dio un golpe en mi hombro cuando intentaba levantarme. Me cabreé y le fusilé con la mirada, pero la aguantó con firmeza.
-Necesitaba componer y en casa...-ni si quiera me dejó terminar, estaba demasiado firme aquel día.
-Sí, me lo supongo habrás discutido con Malú....es por lo de México no ?-saqué mi cabeza, escondida debajo de un cojín, tras oír aquellas palabras.
-Lo sabía todo el mundo menos yo o qué pasa ? -dí un golpe contra el respaldo del sofá y a Antonio le cambió la cara. Se quedó callado y se sentó del revés en una silla que colocó a mi lado. Me miró atento,estaba esperando a qué yo añadiese algo más.- no sé qué voy a hacer, no me mires así...
-Mañana tiene que aceptar la oferta, así qué lo que vayas a hacer hazlo ya...-dijo con toda la calma posible. Antonio siempre ha sido un tío que sabe cómo hablar, cómo ayudarte ante cualquier situación y creo que jamás visto a nadie que te lleve por el camino por el qué debes ir, mejor de lo qué él lo hace.
-Mierda...-solté un suspiro y llevé mi cuerpo hacia delante apoyando los brazos en mis piernas y bajando un poco la cabeza- es que....es que no me siento capaz de estar con ella de esa manera, no sé , no puedo...-la voz me temblaba, estaba nervioso, tragué saliva por miedo a emocionarme.
-Mira chaval...-apoyó una mano en mi hombro y lo apretó bien fuerte, me miró a los ojos y me habló calmado- tienes miedo y es normal, porque la distancia cuando se trata del amor, acojona...-hizo una pausa y sin mover un solo músculo, continuó- pero no la culpes por querer hacer lo que le llena, con una mujer cómo ella, las cosas nunca han funcionado así..
-No la culpo, pero estoy harto de qué nada nos pueda salir nunca bien...-me levanté del sillón, estaba demasiado tenso cómo para seguir sentado, Antonio me imitó- qué mierda es esta ? qué cojones se supone que tengo que hacer para poder estar con ella ? el mundo no tiene nada mejor qué hacer, que hacernos esto imposible ?-abrí los brazos, estaba ya gritando, la presión de no saber qué hacer me podía, sentí una impotencia que nunca antes había sentido.
-Hugo...-rió al escuchar mi última pregunta- puede que el verdadero problema sea tuyo y es que no estás completamente seguro de qué esto pueda funcionar, si lo estuvieses no habría dudas...-lo escuché atentamente mientras mi respiración agitada se tranquilizaba- vamos no me jodas chaval, ella vale la pena aquí y a diez mil kilómetros de distancia !-me lanzó un cojín a la cara, estaba echándome la charla de mi vida- pregúntate tú...-me señaló con el dedo- si puedes apostar por lo que tenéis al máximo o si no eres lo suficientemente valiente cómo para garantizarle que saldrá bien, tienes dos opciones: seguir ahí, aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida hagas lo qué hagas....o apartarte definitivamente y construir tu vida sin ella, a partir de aquí y no te miento, puede que sea lo mejor.. -fue lo último que dijo sobre el tema aquel día. No necesité nada más. Había asumido lo que iba a hacer, lo tuve claro, tanto para bien como para mal.

La llamé aquella noche.Tenía que aclarar demasiadas cosas, bueno en realidad sólo una, posiblemente la más importante de mi vida. Sonó el primer tono y no respondió, tampoco lo hizo a los diez siguientes y no sé cuantas veces tuve que llamarla para que respondiese, pero la décima llamada fue la buena.
-Hola...-fui el primero en hablar, se quedó callada segundos después.
-Hola...-le siguió un suspiro roto, que me heló la sangre.
-Necesitamos hablar -lo dejé claro, tampoco quería añadir mucho más por teléfono.
-Si, lo necesitamos....eee....-titubeó unos segundos con la voz cansada- vienes a casa o... ?
-No -la corté rápidamente- nos vemos en tu ático del centro ? -pareció sorprenderle mi pregunta porque se quedó sin nada qué decir durante un instante. Pero la respuesta fue afirmativa, no necesité más, me puse en camino.
Llegaba tarde como de costumbre, eran las once de la noche y yo la esperaba apoyado en mi moto, a pocos metros del portal. Sabía que le había sorprendido mi propuesta de venir aquí. porque tenía este estudio abandonado .Yo no había vuelto desde nuestra última noche antes de irme a México. Pero este lugar era el qué necesitaba, el ideal, el qué más calma me transmitía del mundo. Pasados diez minutos llegó caminando. Se colocaba la melena una y otra vez , estaba nerviosa. No me vio al llegar y tuve que silbar para qué se fijase en mi presencia. Me miró un instante y ni si quiera vino hacía mí, caminó al portal y me esperó , de pie y de brazos cruzados antes de abrir la puerta. Un tímido hola fue lo  que nos dijimos. Lo único que se escuchó durante el trayecto en ascensor fueron sus suspiros, ella miraba al suelo y yo al techo. Cómo dos cobardes qué no pueden ni mirarse a la cara. Entramos en el ático, desprendía el mismo aroma que siempre, las mismas sensaciones. Le indiqué con la cabeza que subiésemos a la terraza y ella asintió bastante seria. Lo primero que hizo al encontrase de frente a la gran ciudad fue encenderse un cigarro. Me apoyé en el balcón, me deshice de mi chaqueta de cuero y esperé a que lo terminase, pensé en lo qué iba a decirle, tenía cada palabra que saldría de mi boca perfectamente planeada y eso me relajaba un poco.
-Hugo yo...-me giré porque habló antes de lo qué yo pensaba- siento no haberte contado esto antes, merecías haberlo sabido el primero-me dijo dando la última calada a su cigarro y apagándolo para continuar- pero has de saber, que mañana tengo que dar el sí a mi oferta y...-no la dejé terminar.
-Lo sé -fui claro y le extrañó tanto que no dijo nada los próximos segundos- Malú he estado pensando mucho sobre nosotros...-noté su tímido respirar para coger aire, temblaba- sobre lo que tenemos y sobre lo que hemos tenido, sobre toda nuestra historia...-ella me miraba muy atenta, pero yo no. Me conformé con admirar las luces de todo Madrid aquella noche, un poco estúpido verdad ?, mostraba una indiferencia ante sus ojos de la que nunca me creí capaz- y creo que hemos pasado por muchas cosas no ?-la ví asentir de reojo- nos hemos ido tantas veces que ya no lo recuerdo y hemos vuelto otras tantas, pero sabes ?-dije rascándome la cabeza- creo que nuestro problema ha sido que no nos hemos terminado de ir y ya estamos volviendo, siempre lo mismo...
-Ya Hugo pero no puedo....-solo dijo cinco palabras y su voz no parecía dar para más.
-Por favor déjame terminar...-la miré apenas un instante y seguí a lo mío- y debo decirte que creo plenamente en la casualidad de haberte conocido aquel día y me parece injusto...-me tomé un segundo para consultar con el puto infinito lo siguiente que iba a decir, aunque lo tuviese muy claro -me parece jodidamente injusto qué después de todo, tenga que estar aquí discutiendo porque te vas a vivir a la otra parte del mundo...
-Lo entiendo Hugo -me giré por primera vez en la conversación. Su rostro mostraba una angustia qué pocas veces había visto en ella, se notaba que había estado llorando y qué sus nervios la estaban dominando por completo. Yo estaba muy calmado, no se podía apreciar ni un ápice de miedo en mi mirada. Creo que quería que la abrazase en ese momento, pero no podía aunque las ganas me matasen y volví a deshacerme de sus ojos intentando alejar el peligro por ahora.
- Y creo que nos merecemos mucho más, los dos...-solté todo el aire que me contenía y sentí el nudo de mi estómago apretarme más y más- los dos nos merecemos a alguien con el qué compartir el resto de nuestra vida pese a todo...-tras esa frase supongo que empezó a esperarse el final predecible porque miró al suelo buscando fuerzas por primera vez en toda la conversación- así que Malú...-me giré por completo hacia ella sin soltar su mirada- pase lo qué pase, hoy o mañana, o dentro de mil años...-tomé su mano con toda la fuerza posible mientras la mía viajaba por el bolsillo del pantalón, sacando el anillo que había comprado horas antes- quieres casarte conmigo ?
Nuestras respiraciones se detuvieron al instante. La miré y esperé ese Sí, que tanto tiempo llevaba prometiendo...

domingo, 6 de abril de 2014

CAPITULO 44. PROBLEMA DE QUERERTE

No podía verle la cara, pero noté de inmediato su nerviosismo. Aunque ella era de las que oculta estas cosas, conmigo nunca lo conseguía. Sus manos todavía agarradas a mi cuerpo, se separaron rápidamente. Pasó varios segundos mirándole simplemente. Dani estaba quieto, de brazos cruzados , apoyado en su coche en frente de nuestra casa. Si algo me apetecía en ese momento era bajarme de la moto y partirle la cara. Quizás el antiguo Hugo lo habría hecho, pero este no. Esperé a que ella reaccionase primero, porque yo no entendía absolutamente nada. Giré un poco el cuerpo para mirarla, estaba bloqueada por verle, demasiado. Y supongo que por un instante tuve miedo de qué siguiese sintiendo cosas al tenerle delante, pero por otro lado, tenía ya demasiado claro lo que me quería. No perdió mucho más tiempo, bajó de la moto de un pequeño salto y caminó hacía él. Apenas estaban a unos metros de mí, podía oírlos perfectamente.
-Qué haces aquí ? Te dije que me llamases, no que vinieses a mi casa..-su tono de voz era firme, segura de lo que decía. Solté el manillar de la moto por primera vez al oír esas palabras, por qué tenía que llamarla ? por qué yo no sabía nada ?
-Tranquilízate, he venido porque no me cogías el teléfono...-lo dijo tranquilo, acarició su hombro durante un instante y yo tuve que buscar demasiadas razones donde no las había para aguantarme las ganas de ir a explicarle un par de cosas. Ella dio un paso hacia atrás marcando distancias porque sabía que yo estaba lo suficientemente cerca como para apreciar cada gesto de esa conversación.-se lo has dicho ya ?-hizo un gesto con la cabeza señalándome. No escuché lo que dijo ella, quizás lo hizo en un susurro demasiado bajo como para que yo la oyese, pero su movimiento con la cabeza la delató.
-Dani, vete vale ?- alzó demasiado la voz, se giró un poco para mirarme y volviéndose a dirigir a él, dijo- ya hablaremos cuando decida lo qué voy a hacer...-se despidió con dos  fríos besos y volvió hacia casa. Bajé la mirada cuando se acercaba, intentando disimular. Pero pasó de largo hacia el interior del hogar, estaba cabreada o nerviosa, fuera de sí. Subió las escaleras demasiado rápido y conseguí enganchar su brazo cuando entró en nuestro cuarto, en busca de calma .
-Ei -dije sin soltar su mano-me vas a contar qué coño está pasando ? -su ceño fruncido y mirada tensa, se relajaron al encontrarse con la mía. Le cambió la cara y ladeó la cabeza cerrando los ojos un instante.
-Lo siento amor, me he puesto nerviosa....-tragó saliva y acarició mi mejilla cariñosamente. Bajó la mirada y me abrazó sin decir nada. Apoyó su cabeza en mi pecho y sus brazos rodearon mi torso cómo queriendo buscar un lugar en el mundo más tranquilo que en el que ella estaba . Comenzaba a volverme loco y aún sin entender nada, porque a veces no hace falta hacerlo, la estreché entre mis brazos con fuerza, acariciando su espalda con un movimiento rítmico , de arriba a abajo, despacio y suave. Como queriendo transmitirle todo con cada caricia. Abrazar siempre ha sido una de las cosas más fáciles que hay, solo tienes que abrir los brazos y dejar que la otra persona encuentre refugio en ellos y es lo mejor no ? porque al tiempo que tu curas al otro, hacen lo mismo contigo.
-Hugo tengo que decirte una cosa...-dijo susurrando en mis brazos. Nos separamos y busqué su mirada sin descanso, intentando adivinar que pasaba, pero se dejó caer en la cama evitando encontrarse con mis ojos. Me senté al borde del colchón esperando una explicación, estaba callado no quería decir nada que la pusiese todavía más nerviosa- Por favor no finjas que no has escuchado nada de lo que ha pasado, lo odio...-su posterior suspiro inundó el ambiente,
-Por qué ha vuelto ?  -busqué toda la tranquilidad posible para pronunciar esa pregunta aunque temiese más que nada la respuesta.
-Estuve con Dani apenas dos meses después de dejarlo contigo...-habló directa, demasiado y ante mi expresión de desconcierto, matizó- Hugo estoy intentando empezar desde el principio- simplemente asentí, dejándola continuar- durante esos dos meses yo había comenzado a tomar una decisión, una decisión importante en mi vida y sobretodo en mi carrera..., Dani me ayudó mucho con ese tema pero incluso después de acabar con él, seguía teniendo las cosas muy claras...-tomó aire como buscando alguna escapatoria a lo siguiente que iba a decir- por eso me tomé esas semanas para pensar y por eso fui a buscarte a Barcelona cariño....-su voz, ya rota desde hace un rato,no le dejaba hablar sin emocionarse- y supongo que dejé todo a un lado por nosotros durante estas semanas pero ya no puedo ignorarlo más...-se incoporó , se sentó más cerca de mí y añadió su mirada al cóctel de cosas que estaba soltando aquella noche. Y yo comenzaba a no poder más, os juro que mi cerebro estaba en un continuo shock, sin comprender nada.- por eso Dani ha vuelto, porque necesitaba que me ayudase, cómo amigo..-concretó- y siento no haberme apoyado en tí amor, pero es que tengo miedo de que esto...-cogí sus manos rápidamente haciéndola callar. Me miró durante un instante asustada y escondió su primera lágrima.
-Malú, de qué decisión me estás hablando ?- lo dije más bajo de lo que pretendía, pero supongo que no me salió voz suficiente.
-Hugo....-apretó mis manos todavía con más fuerza- me voy a vivir a México un año....-dice todo lo serena que puede. Me late el corazón demasiado deprisa y el mundo parece caerse para mí, en ese instante. Y cada segundo que pasa suelto un poco más sus manos y me alejo de ella hasta quedarme de pie, con los brazos en mi cintura. Desconcertado, perdido.
-Y...y cuándo pensabas contármelo ? Y después de todo vas a irte, así ? sin más ? Por qué ? -alcé la voz y la miré todo lo fijamente que pude. Esperando por una vez, ganarle la batalla a sus ojos.
-Hugo escúchame -se levantó de la cama. Cada uno estábamos hablando a un extremo del colchón, sin saber muy bien qué hacer -me lo ofrecieron hace meses, cuando lo dejamos, tengo muchos proyectos allí y no sé....-hablaba rápido y de repente tenía que buscar las palabras que le ayudasen a explicarse- creo que es lo mejor para mi carrera, una oportunidad que no puedo desaprovechar, es todo lo que siempre he soñado...-acabó con un nudo en la garganta más grande que el qué tenía al empezar.
- Y para nosotros ? Es también lo mejor para nosotros ? -gesticulé con los brazos, estaba casi gritando. La conversación subía de tono a cada frase- pretendes que deje todo y te siga al otro lado del mundo ?
- Hugo por favor...yo jamás te pediría eso, lo sabes de sobra...-cerró los ojos un segundo y respiró hondo, las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos sin ningún control.
-Entonces qué ? Me quedo aquí y te echo de menos durante un año ? Cómo un gilipollas ? Esperándote todos los días, porque tú no puedes desaprovechar esta oportunidad...-mis preguntas estaban impregnadas de un tono irónico que a ella no pareció gustarle nada.
-No te importa una mierda lo que yo quiera  ?- su mirada tras esa frase llevaba algo que yo no había encontrado nunca en ella, desprecio, desilusión.- he sacrificado toda mi vida por mi carrera, por la vida que tengo....no puedes entender qué necesito hacer esto ?
-Ese es tu puto problema, que tu carrera siempre ha ido por delante y lo demás siempre ha sido secundario- no sabía lo qué estaba diciendo. No tenía demasiado control sobre mis palabras. Me movía el simple hecho de que la quería y como tantas veces, iba a perderla de nuevo- incluso lo nuestro.... y no lo soporto, tú para mi siempre irás primero que todo, incluso que el trabajo, no entiendo como...-me interrumpió sin pensárselo dos veces.
-Yo no soy cómo tú joder , nunca lo he sido !- me gritó esa frase, literalmente. Con toda la rabia acumulada y entre llantos. Y nos quedamos los dos en silencio todo el tiempo que ese grito tardó en desaparecer del ambiente.- solo te pido que intentes entender que esto es lo qué quiero hacer..
-Bien...-dije bajando la mirada y buscando fuerzas de donde ya no las había- entonces, cuál es tu plan ? Lo sabes ? -se quedó callada, secando sus lágrimas inútilmente.
-Sé que te quiero...- dijo bajito ladeando la cabeza, intentando devolver la calma a la situación- Hugo, quiero compartir mi vida contigo, hoy ,mañana y siempre, igual no de la manera que nos gustaría pero no puedo ofrecerte más qué esto...-abrió los brazos y los dejó caer.
-Créeme....-aclaré mi voz antes de continuar-creéme si te digo que eres lo que más quiero...-los dos nos acercamos inconscientemente , quedando a apenas un metro de distancia- pero no sé si voy a poder soportarlo, no sé si podremos hacer que funcione...-bajé la cabeza no quería mirarla- lo siento nena, pero no lo sé y....-pasé una mano por mi pelo y solté todo el aire que me había quedado dentro.
-Hugo yo....-da un paso más hacía mí- yo no quiero perderte...-tengo separarme un poco porque sé que tenerla tan cerca no es compatible con intentar pensar en una solución. Y pienso en tantas cosas importantes que me gustaría decirle en ese momento, pero ninguna arregla mi problema. No sé que hacer, no lo sé. Es de esos momentos en los que buscas e intentas no encontrar ninguna razón que te impida hacer lo que realmente quieres. Pero el problema es cuando las encuentras, e intentas olvidarlas, apartarlas de tu mente y no lo consigues. Y así es como acabamos confundidos y esperamos y perdemos trenes.
-Necesito pensar...-me muevo hacia atrás sin dejar de mirarla y cuando estoy a punto de girarme agarra mi brazo con fuerza- Malú por favor no hagas esto, y....puede que te llame mañana...- y con la voz rota y las palabras cortadas intento convencerme a mi mismo que tengo que salir de allí aunque lo más apetecible sería quedarme con ella. Abrazarla. Besarla. Decirle que todo nos va a salir bien. El puto problema es que no creo que sea lo correcto.
-Amor....-el alma se me hace añicos al escucharla llamarme así en esos momentos. Me giro levemente y la veo pasar su lengua por encima del labio superior, frenando una lágrima que, valiente, pretendía llegar a su boca.- lo siento.- No contesto .Simplemente asiento, me acerco y suavemente beso su frente acariciando su pelo y sin más salgo de allí. Estoy frustrado, me siento impotente, creo que por primera vez me marcho sin estar enfadado con ella, o quizás si, no lo sé. Enciendo la moto y salgo disparado. Acelero y vuelvo a acelerar. Porque la velocidad parece ser la única cura y la única evasión que encuentro en ese instante. Y por un momento me gustaría vivir acelerando toda mi vida, perdido, sin encontrarme. En realidad lo estoy, perdido, demasiado. Y quiero mandar a la mierda los problemas, porque creerme que los hay. El problema es que la quiero, la quiero tanto... y si , es un problema, cuando a veces, querer no es suficiente.

jueves, 3 de abril de 2014

CAPITULO 43. DESPEDIDAS A LO GRANDE

Estaba agarrada a mi espalda con fuerza, como si fuese un abismo del que se fuese a caer, sus piernas hacían lo mismo en mi cintura, la rodeaban . No existía distancia entre nosotros, ni si quiera las moléculas de agua ponían algún impedimento a nuestra unión. Sus labios mojados hacían maravillas con los míos, suaves y bailarines por todo mi cuerpo. En especial su lengua, os juro que jamás encontré un compás como el qué ella marcaba en mi boca haciéndome delirar con cada roce, ni la mejor canción del mundo tenía el ritmo que ella me daba. Pero cuando juntos, tras un baile infinito de gemidos y suspiros, alcanzamos el cielo , el extásis más profundo, se separa un poco de mi boca para con un grito ahogado soltar todo el placer acumulado. Y sonríe y vuelve a sonreír mordiendo su labio inferior. De esas sonrisas que solo te salen cuando acabas de hacer el amor con alguien, como poniendo el broche final a un baile de sensaciones que te remueven por dentro. Y la veo sonreír tan cerca de mí, pero tan lejos de todo, y la euforia que llevo dentro se me queda pequeña para explicar como me siento allí con ella. Sus mano pasean por mi nuca y las mías siguen debajo del agua, firmes en sus curvas.
-Dios....-dice riendo en un suspiro, mientras echa un poco la cabeza hacia atrás, para acabar mirándome sin piedad.
-Qué pasa ?-digo sin entender su risa. Acaricio su pelo mojado y enredo en él mis dedos, haciendo pequeños círculos.
-Creo que hoy Barcelona se nos ha quedado pequeña...-ríe y aún riendo me besa. Y en el beso todavía lleva toda la pasión que me ha dado minutos antes, aunque supongo que de eso ella siempre tendrá de sobra. Suelta un suspiro a escasos milímetros de mi boca y cierra los ojos un instante. 
-Cariño, deberíamos salir ya de aquí, te vas a congelar...-dije separándome un poco para avanzar hasta el borde de la piscina. Se lanzó a mi espalda por detrás y se anudó a ella, dejando besos en mi cuello entre risa y risa.
-Amor te aseguro que si algo tengo es calor...-dijo susurrando en mi oído. Mis defensas se cayeron todas al suelo al escuchar su voz tan de cerca y de esa manera. Y cuando mordió mi oreja, pasando su boca por todos los rincones de mi nuca, me rendí como la primera vez que lo hizo. Me giré para toparme con su boca sedienta de nuevo. Agarré sus muslos y la pegué todavía más a mí, mi corazón se seguía acelerando en esos momentos en los que las ganas y excitación se adueñaban de nosotros. Y el amor, sobretodo el amor. Pero sentí verdadero vértigo cuando con los ojos entreabiertos noté una luz lejos de nosotros.
-Quién anda ahí ? -dos hombres que parecían ser empleados del hotel estaban a varios metros de nosotros. Reaccioné rápido y todavía sin ser visto salimos del agua y nos escondimos tras la barra de un pequeño bar de piscina que estaba a nuestra izquierda .Estábamos completamente empapados y desnudos. Quería reírme a carcajadas, por la situación y por la cara de asustada que tenía, pero aguanté la respiración hasta que supe que se habían ido y que volvíamos a estar solos de nuevo.
-Te juro que te mato...-dijo golpeándo mi brazo. Lo hizo con rabia pero al ver su sonrisa supe en seguida que estaba de broma.
-Pero si has sido tú la que se quedó con las ganas...-dije acercándome a ella, se apartó corriendo.
-Más te vale traerme una toalla enseguida, que mira cómo estoy...-se abrazó a si misma para protegerse del frío y mi mirada la recorrió de arriba a abajo. Frío era lo que menos tenía en ese momento, al verla así. Y es que hay caderas para perderse, sonrisas donde tropezarse, clavículas para subir muy alto. Y luego ella, que es todo junto.
-Nena yo te veo muy bien, muy....guapa- tragué saliva porque sabía que esa palabra no describía ni la mitad de lo que ella era , estaba embobado, perdido de todo. Pero su grito me sacó del mundo en el que lo que mandaban eran sus perfecta curvas. Salí en busca de dos toallas para taparnos y afortunadamente las encontré más rápido de lo que pensaba. Volví y la enrosqué en una de ellas, se apoyó en mi pecho y la rodeé con mis brazos. El suspiro que soltamos a la vez, dijo demasiado de esa noche.
-Ha valido la pena la verdad....-dice ella rompiendo el silencio contra todo pronóstico- estar aquí, solos tú y yo...es que como si...-hace una pausa y alza la mirada hacia mis ojos- como si hubiésemos parado las horas, el día y las semanas aquí, en Barcelona ,...ha sido una buena despedida no crees ?-ríe y besa mi mejilla para volver a  refugiarse en mis hombros.-pero volveremos pronto, lo sé...-inspira fuertemente y se queda completamente callada. Lo ha dicho como en sus conciertos. Cuando encima del escenario, movida por todo lo que el público le acaba de dar, les promete que volverán a verse muy pronto, aunque a veces no vaya a ser así. Supongo que es un poco como lo nuestro, tras tantas cosas vividas en nuestra ciudad favorita, nos despedimos de todos los momentos juntos. Con una única diferencia. Que yo voy a tener la suerte de revivirlos, día sí, día también.

Dos semanas después, me mudé a su casa. Yo quería comprar una para los dos, donde empezar de cero, pero ella insistió en que por ahora, la suya nos llegaba de sobra. La mudanza fue progresiva, me explico: fui llevando las cosas a su casa poco a poco y aún se enfadaba conmigo porque invadía su armario con mis camisas o discutíamos porque decía que tenía más cremas que ella. Pero a pesar de todo, las reconciliaciones siempre eran lo mejor, ya me entendéis. Nuestra relación nunca fue mejor. Creo que el tiempo qué pasamos en Barcelona siendo amigos, nos unió muchisímo más y si a eso le sumamos las ganas que nos teníamos guardadas, nos sale algo que a día de hoy todavía me cuesta explicar. No nos escondíamos de nada, prácticamente acudíamos a los eventos juntos y nos hacíamos fotos sin problema, aunque hablar de nuestra relación era algo a lo que no estábamos dispuestos. En resumen era feliz, los dos lo éramos. Porque después de tanto buscar a la felicidad por todos los rincones de nosotros mismos, habíamos llegado a una conclusión. Que para ser feliz sólo hace falta alguien que entienda que ya no necesitamos serlo.
Una tarde de principios de septiembre, cuando Madrid todavía era un lugar dónde el sol nos abrasaba, llegué a casa tras un largo día de estudio y entrevistas. Era el mejor momento del día, volver y encontrarla siempre ahí,  a veces era al revés y era ella la que volvía de un concierto. Abrí la puerta de la entrada y no la encontré por ningún lado, escuché su voz desde el ático y subí las escaleras corriendo, muerto por verla.
-Hola amor...-estaba sentada  en el sillón de su particular estudio. Rodeada de papeles y papeles, llenos de letras y partituras musicales. Me sonrió nada más entrar, pero no se levantó a saludarme, parecía muy concentrada. Me apoyé en el marco de la puerta y la observé atento. Se mordía el labio mientras pensaba y anotaba cosas en sus cuadernos.
-Estás componiendo ?-dije un poco extrañado. Pocas veces la había visto hacerlo. Asintió rápidamente mientras cantaba alguna melodía en voz baja.- puedo leerla ?-por primera vez en toda la conversación, me miró fijamente. Levanté las cejas y le mostré la mejor de mis sonrisas. Me sostuvo la mirada demasiados segundos como para que yo pudiese aguantar.
-Hugo, no está terminada y además le falta....-no la dejé hablar. Avancé hasta un rincón de la habitación y cogí mi guitarra, sentándome a su lado. Se le escapó una sonrisa al verme tan decidido pero no dijo nada. Intenté coger la partitura pero ella me frenó de inmediato. Se puso seria durante un instante en el que creí que el mundo se me caía encima.-para -dijo matándome con los ojos- antes tendrás que darme el beso que no me has dado no ?-me guiñó un ojo y solté la guitarra. Tomé su rostro con una mano y la besé. Acarició mi mejilla con dulzura durante el beso. Ya me suena a chiste eso de contaros como me besaba, porque lo habré dicho ya un millón de veces. Pero creerme, que cada vez que lo hacía, era distinta a la anterior.
-Es esta no ? -dije separándome de su boca y señalando una de las canciones esparcidas por toda la habitación. Asintió y en medio segundo ya estaba empezando a tocarla. Sólo quería escuchar la melodía pero ella empezó a cantar. La miré muy sorprendido. A pesar de todo, pocas veces la había escuchado cantar más allá de los conciertos o  el estudio, bueno y en la ducha. Su voz me traspasaba. Pero a quién no ? Yo no dije nada, simplemente me limité a tocar y a escucharla cantar. Se colocó todavía más cerca de mí, totalmente de frente. Dejándome indefenso ante tantas sensaciones que su voz provocaba. Me fijé en la letra, en cada palabra que decía. Hablaba de lo que sientes cuando la distancia te impide ver a alguien importante, cuando echas de menos, pero luchas por seguir estando ahí cada día. Sobra decir que en el primer momento supe que la canción contaba algo de nuestra historia. En alguna frase le tembló la voz, se emocionaba pero intentaba esconderlo. Cada palabra le dirigió a mis ojos, y cuando terminó no pude hacer otra cosa que quedarme callado.
-Qué ? Qué te ha parecido ? -se hizo el silencio. Mucho silencio. Nadie en ese instante encontraría palabras para explicar esa canción. Nos miramos. Cruzamos miradas y yo abrí la boca intentando decir algo pero no me salió nada.
-Bueno...tengo una sugerencia que hacerte...-frunció el ceño al verme aparentemente tan serio y concentrado- que la cantes conmigo en un concierto...-lo dije con toda la serenidad posible, pero su sonrisa la rompió en un segundo. Se acercó y besó mis labios suavemente.
-Si tú me prometes otra cosa...-dijo muy cerca de mí boca- que la vas a grabar conmigo para el próximo disco...-levantó las cejas y yo me eché un poco hacia atrás, intentando asimilar lo que me acababa de decir.
-En serio ?- no dijo nada pero su sonrisa era un Sí, un Sí rotundo. Esperaba que la besase pero no lo hice, solo me reí. Me reí más de la cuenta, hasta que ella tuvo que darme un empujón para que dejara de hacerlo- mi amor  es que....-me levanté rápidamente cogí su mano- yo traía una sorpresa pero me parece que tras esto, la has superado....-la cara se le iluminó y en un segundo estaba de pie conmigo esperando qué hacer. Tomé su mano con más fuerza y bajamos las escaleras casi saltando. Le tapé los ojos antes de abrir la puerta de la calle  y conté hasta tres.
-Hugo qué has hecho ? Estás loco...?-abrió mucho la boca al ver la preciosa moto que estaba aparcada en la entrada. Una preciosa Harley Davison negra. La abracé por detrás, estaba inmóvil, muy sorprendida.
-Hace tiempo que tenía ganas de una, además...-me puse a su altura, colocando mi brazo por encima de sus hombros- vas a quedar increíble sentada ahí conmigo...
-Ni de coña, yo ahí contigo no me subo...-dijo dándose la vuelta, agarré su cintura impidiendo que entrase de nuevo en casa.
-Cariño, confía en mí, te va a encantar, venga te llevo a dar una vuelta...-reí al ver la cara de asustada que tenía. Rápidamente y sin darle tiempo a reaccionar, levanté sus piernas y me la cargué sobre el hombro Soltó un grito agudo que recorrió todo el vecindario.
-Hugo te he dicho que no joder..-dijo golpeando mi espalda. La ignoré y avancé hasta la moto, sentándola sobre ella. Se resistió mil veces e intentó bajar otras mil pero no la dejé. Le tapé la boca con mi mano y me agaché para estar a su altura.
-Princesa en realidad lo estás deseando...-noté su risa debajo de mi mano. Me puso ojitos como último recurso pero yo le respondí con un guiño. Soltó un suspiro y se colocó perfectamente en el asiento. Hice lo mismo que ella, me senté y sus brazos me abrazaron por debajo de la chaqueta con fuerza, apoyándose en mi espalda. Abrí el gran portal del jardín y busqué las llaves para encender la moto.Tres segundos fue lo que tardé en hacerlo, pero en el último me frené. Levanté la vista , los dos lo hicimos. No podía creer lo que ví. Noté los nervios recorriendo su cuerpo.Todo mi cuerpo se tensó en un instante, el descontrol comenzó a recorrer mis venas. Escuché su suspiro en mi nuca. Os juro que lo último que necesitaba en ese momento era verle a él allí...