Ella ya lleva unas cuantas. Y no sabéis lo que adoro esa sonrisa y esa mano en el pecho cuando da las gracias, que derrochan humildad y emoción a partes iguales.
Vamos en el coche, ella sonriente, agotada y todavía con el pelo un poco mojado de la ducha que se acaba de dar. Pero me gusta verla así.
-Pareces feliz...-comento risueño mientras le beso la frente aprovechando el semáforo en rojo.
-Lo soy -admite levantando la cabeza de su escondite personal entre la ventanilla y el asiento.
-Quiero decir, que pareces más feliz que de costumbre. -explico- hoy, y cada vez que sales de un concierto... Estás distinta. -sonrío.
Se rié, dulce y levemente. Se sacude un poco el pelo y me mira atenta. Cómo si ella ya hubiese aprendido algo que yo no había llegado a comprender todavía.
-La felicidad es esto. Es dejarme llevar al son de unos acordes mientras pienso en ti, en mí, en mi vida. -se encoje de hombros y sonríe muchísimo- es mover mi cuerpo a un ritmo increíble y dejarme los pulmones gritando a todo trapo cada letra -se ríe y se recuesta un poco sobre su asiento, despreocupada y pletórica.- es darse cuenta de que después de todo, hago lo que me llena, y lo demás me importa una mierda.
Apoya la cabeza y la ladea un poco para mirarme y sonreír muy tranquila, segura y relajada.
Me río. Niego con la cabeza y me río muy lentamente.
-¿Qué pasa? -pregunta cómo si me estuviese riendo de ella.
-Nada -suspiro- que tienes arte hasta para ser feliz. -la miro unos segundos y ella amplia un poco más la sonrisa- por cosas como estas estoy enamorado de ti.
-Y yo de ti -admite con dulzura- y del escenario.
Nos reímos y miro al frente para seguir conduciendo. Creo que incluso ama subirse a un escenario y darlo todo, más de lo que pueda llegar a amar a cualquiera en su vida. Ya sabéis, el primer amor es lo que tiene.
Al día siguiente. La veía tomar el sol. Y digo la veía porque entre verla a ella y hacer cualquier otra cosa, siempre había elegido la primera. Era un día de esos que sientes que todo va bien, brilla el sol, hace calor, respiras tranquilo, ya sabéis, cuando tienes buen feeling con el mundo en general.
Ella, con un biquini negro, que le sentaba de escándalo, estaba tumbada en la hierba del jardín, frente a la piscina y sobretodo, a mi lado. La miro de reojo, tiene los ojos cerrados, y el abdomen sube y baja muy lentamente. Podría estar dormida. O quizás no. Está preciosa, eso sí. Y siento la tremenda tentación de quitarle el bikini y llevarla a la cama, o a la piscina directamente. Sonrío para mí mismo. Estiro el brazo lentamente hasta la parte de arriba de su bañador, tiro del nudo muy despacio, sin querer despertarla, de hecho lo consigo.
Me incorporo un poco y apoyo las manos a ambos lados de su cuerpo. Agacho la cabeza y le beso la mejilla dulcemente.
Abre los ojos al instante, asustada y coje aire muy rápido, cómo con miedo a que se le escape. Suelto una carcajada.
-Hugo joder -se queja tratando de apartarme- tengo sueño, necesito descansar un poquito...
La miro y me muerdo el labio.
-Lo siento cariño, no he podido evitarlo -hago una mueca de inocencia- pero ha sido culpa tuya, duermes casi desnuda y claro, luego pretendes que me quede quieto..
Señalo con la mirada sus pechos desnudos por completo. Sonrío con malicia. Ella se tapa de inmediato con ambas manos, casi diría que con una pizca de vergüenza. De inútil vergüenza a estas alturas.
-Te vas a cagar -contesta apretando los labios, yo sigo encima de su cuerpo- olvídate de mí esta noche, gracioso.
-¿Es una amenaza? -arqueo las cejas y chasqueo la lengua negando con la cabeza.- no deberías amenazarme.
-¿Ah no? -sonríe muy tranquila- ¿Y por qué si puede saberse?
-No sé -le robo un beso rápido y prosigo- está la piscina un poco cerca de más, ¿No?
Echo la vista hacia atrás mirando el agua y después vuelvo hacia delante para sonreírle. Tiene los ojos muy abiertos y contiene la respiración.
-Hugo no -dice muy seria.- no te atreverás...
-¿Me estás retando? -pregunto al tiempo que me pongo de pie y la observo desde arriba, coloco los brazos en la cintura y frunzo el ceño.
-Cariño no...-dice muy bajito y se le escapa esa risa que precede a una pizca de miedo.
-Demasiado tarde -susurro.
Me agacho y agarro su cintura con fuerza para despegarla del césped. Grita, grita mucho y eso me gusta aún más. La cargo sobre mis hombros, su biquini hace tiempo que quedó atrás, está semidesnuda. Llego al borde de la piscina con ella en brazos, golpeándome la espalda, arañándomela y si me descuido me da un mordisco.
-Hugo para por favor -suplica cuando estoy a punto de saltar con ella a la piscina.- lo siento.
Me compadezco y la dejo en el suelo, ella de espaldas al agua y yo mirándola. Sonrío y sujeto sus manos.
-No vuelvas a hacer eso, no ha tenido gracia. -advierte amenazante.
-Tranquila, ya puedes irte, no te voy a hacer nada -levanto los brazos e inevitablemente la vista se me va hacia su cuerpo completamente bronceado.- pero dame un beso antes ¿No?
Lo piensa unos segundos y termina por acceder. Se acerca a mi boca de puntillas y me besa. Sus pechos desnudos se pegan a mi piel y el pulso se me dispara como si tuviese una bomba pegada al cuerpo. Desliza su lengua por mis labios muy lentamente. Sonríe. Tímida y sensual. Apoyo mis manos con fuerza en sus caderas y antes de que se de cuenta, doy un par de pasos hacia delante, y los dos caemos con fuerza al agua. Sale a la superficie haciendo aspavientos.
-Eres gilipollas ¿Te lo habían dicho alguna vez? -dice mientras se aparta el pelo de la cara y se seca los ojos.
Suelto una carcajada y tiro de su mano. La pego a mi cuerpo, la rodeo por completo.
-Lo siento -me disculpo entre risas- pero estás más guapa así.
-Que no me toques -alza un poco la voz y mira hacia abajo- y súbete el bañador por dios.
Con el impacto, el bañador se me ha escurrido un poco , dejando casi una peligrosa vista por la parte de delante.
-¿Por qué, es que esto te distrae? -inquiero divertido.
Me mira repetidas veces y termina por sonreír y echar un poco la cabeza hacia atrás.
-Oye -susurra, y de un salto aún con el cuerpo sumergido hasta las clavículas, rodea con sus piernas mi cintura. Se agarra con fuerza a mi nuca y pego las manos en su culo.- tengo que decirte una cosa...-sisea mientras me roza la piel con los labios.
-¿Qué cosa? -pregunto besándola con fuerza.
-Esta noche...-deja caer sin perder las maneras tan sensuales que lleva encima.
-¿Si...? -digo mirándole los labios, en un bucle espacio-tiempo en el que nos besamos segundo sí, segundo también.
-Esta noche vienen mis padres a cenar -concluye sin perder la sonrisa- tenemos que contarles que hemos vuelto.
-¿Cómo? -me echo un poco hacia atrás y me aclaro la garganta.
-Bueno, en realidad, eres tú el que tienes que contárselo. -fuerza una sonrisa y vuelve a besarme para que no le conteste.
-¿Yo? -pregunto cuando le da una tregua a mi boca.
-Si, tú -acaricia mi nuca despacio- y hazlo con tacto ¿Vale? Ya sabes que a mi madre no le caes demasiado bien desde que lo dejamos.
-Dios, lo que hay que hacer por amor -suspiro.
-Deja de quejarte -da un golpe en el agua y me mira risueña- tú sólo sonríe, con eso será suficiente -dice convencida- bueno no y una cosa más...
-¿Qué cosa? -resoplo divertido.
-Bésame.
Se puede matar a un hombre con esa única palabra, sin necesidad de mucho más. Me pide que la bese. Lo hago. Y me río en medio del beso, porque soy feliz. Mucho. Porque con ella yo soy mucho más feliz de lo que en los libros dicen que se puede. Mucho más.
Aquella noche, estaba nervioso. Sudaba. La camisa blanca que había elegido ella horas antes, chorreaba nerviosismo a raudales. Me colocaba el cuello una y otra vez mientras daba vueltas por la casa.
-Amor ¿Puedes tranquilizarte? -dice calmada mientras abre una botella de vino- ni que fuera la primera vez que cenamos con mis padres.
-Lo sé -admito- pero me has acojonado con lo de tu madre.
Se ríe y me mira por encima de la copa mientras da un largo trago.
-No te asustes -camina hacia mí y me alisa la camisa con la palma de la mano- has perdido puntos nada más...
-Ya, ¿Pero cuantos más o menos? -la persigo mientras suspira e ignora mi pregunta- ¿Del uno al diez cómo le caigo a tu madre? ¿6? ¿5?
Va contestar, cuando suena el timbre. Me pongo blanco. El pulso se me acelera y ella lo nota.
-Hugo por favor, respira -mueve las manos de arriba a abajo y me obliga a respirar a su ritmo.
Asiento con una sonrisa y se da por satisfecha. Caminamos hasta la puerta, ella delante.Cuenta hasta tres mentalmente antes de abrir, y se pinta una enorme sonrisa.
- ¡Mamá, papá ! -abre los brazos y su señora madre le planta un pedazo de beso en la mejilla.
Yo me quedo un poco más atrás, creo que ni si quiera me han visto todavía. Bueno sí, la andaluza me mira de arriba abajo con una expresión no demasiado agradable.
-Hombre, el qué faltaba...-cruza un poco las manos y me mira muy de frente, yo solo quiero esconderme bajo tierra- ¿Tú qué haces aquí?
-Bueno yo...-comienzo a hablar con una inmensa sonrisa cuando me interrumpe.
-Si, si, mi niña me ha dicho que has venido a vivir aquí porque no encuentras piso ..-niega con la cabeza- si es que..., si es que...
Abro mucho los ojos y miro a mi mujer, que se disculpa con la mirada y se encoge de hombros. Respiro y tomo aire.
.-Buenas noches Pepe -asiento y le doy la mano, él me corresponde con la misma amabilidad que ha derrochado siempre su hija.
-Buenas noches hijo, ¿Qué tal va todo? ¿Muchos conciertos?
-Sí, todo perfecto -sonrío y me hago a un lado invitándoles a pasar.
Malú se sujeta a mi brazo con fuerza y los cuatro caminamos hacia la mesa.
La cena transcurre mejor de lo que pensaba, aunque su madre sigue mirándome cómo si hubiese matado a alguien. el ambiente es más distendido de lo que pensaba.
Miro a mi chica repetidas veces. En realidad hay que ser un poco tonto para no darse cuenta de todo lo que se cruza cuando nos miramos. Y me sonríe. Y a mi solo me dan ganas de que se vaya todo el mundo y la cama se nos quede pequeña. Pero todavía me queda mucha cena por delante.
-Bueno, y a todo esto -dice Pepi dando un pequeño golpecito en la mesa- ¿Vosotros cuando váis a firmar el divorcio? Porque muy amigos los dos, pero...
-En realidad mamá...-interrumpe ella mientras me sujeta la mano por debajo de la mesa.
-No, en realidad nada cariño -sigue hablando cómo si el mundo se fuese a acabar- las cosas hay que terminarlas cuando hay que terminarlas, si no después, ninguno de los dos levanta cabeza -golpea ahora sí, con más fuerza el mantel- ¿Pero no te ves, que estás delgadísima? No puede ser esto..
-Estamos juntos -suelto de repente- hemos vuelto.
Se hace un tremendo silencio. Parece que todos dejemos de respirar en ese instante. La andaluza nos mira a los dos una y otra vez. Y a Pepe se le escapa una risa que esconde detrás de su servilleta.
-¿Cómo? -dice por fin.
-Eso -repito de nuevo- que hemos vuelto, estamos juntos, vivimos juntos, estamos casados, como lo quiera usted llamar...
Malú me da una patada por debajo de la mesa, igual me he pasado un poquito. Pero sólo un poquito.
-Mami, lo que Hugo quiere decir -comienza a hablar y me acaricia el brazo- es que nos queremos y tras pensarlo mucho los dos....hemos decidido darnos otra oportunidad.
-¿Otra? -responde ella- ¿Pero cuantas van ya?
.-Sí mamá, otra -contesta un poco cabreada- pero si a ti Hugo siempre te ha encantado...
Cuando escucho mi nombre sonrío y le doy un trago a mi copa. Me está costando respirar.
-Si hija, pero después de todo lo que pasó -duda unos instantes y continúa- no sé, no tengo yo muy buenas sensaciones...-concluye con el acento sevillano que ha heredado su niña
-¿Yo? -pregunto cuando le da una tregua a mi boca.
-Si, tú -acaricia mi nuca despacio- y hazlo con tacto ¿Vale? Ya sabes que a mi madre no le caes demasiado bien desde que lo dejamos.
-Dios, lo que hay que hacer por amor -suspiro.
-Deja de quejarte -da un golpe en el agua y me mira risueña- tú sólo sonríe, con eso será suficiente -dice convencida- bueno no y una cosa más...
-¿Qué cosa? -resoplo divertido.
-Bésame.
Se puede matar a un hombre con esa única palabra, sin necesidad de mucho más. Me pide que la bese. Lo hago. Y me río en medio del beso, porque soy feliz. Mucho. Porque con ella yo soy mucho más feliz de lo que en los libros dicen que se puede. Mucho más.
Aquella noche, estaba nervioso. Sudaba. La camisa blanca que había elegido ella horas antes, chorreaba nerviosismo a raudales. Me colocaba el cuello una y otra vez mientras daba vueltas por la casa.
-Amor ¿Puedes tranquilizarte? -dice calmada mientras abre una botella de vino- ni que fuera la primera vez que cenamos con mis padres.
-Lo sé -admito- pero me has acojonado con lo de tu madre.
Se ríe y me mira por encima de la copa mientras da un largo trago.
-No te asustes -camina hacia mí y me alisa la camisa con la palma de la mano- has perdido puntos nada más...
-Ya, ¿Pero cuantos más o menos? -la persigo mientras suspira e ignora mi pregunta- ¿Del uno al diez cómo le caigo a tu madre? ¿6? ¿5?
Va contestar, cuando suena el timbre. Me pongo blanco. El pulso se me acelera y ella lo nota.
-Hugo por favor, respira -mueve las manos de arriba a abajo y me obliga a respirar a su ritmo.
Asiento con una sonrisa y se da por satisfecha. Caminamos hasta la puerta, ella delante.Cuenta hasta tres mentalmente antes de abrir, y se pinta una enorme sonrisa.
- ¡Mamá, papá ! -abre los brazos y su señora madre le planta un pedazo de beso en la mejilla.
Yo me quedo un poco más atrás, creo que ni si quiera me han visto todavía. Bueno sí, la andaluza me mira de arriba abajo con una expresión no demasiado agradable.
-Hombre, el qué faltaba...-cruza un poco las manos y me mira muy de frente, yo solo quiero esconderme bajo tierra- ¿Tú qué haces aquí?
-Bueno yo...-comienzo a hablar con una inmensa sonrisa cuando me interrumpe.
-Si, si, mi niña me ha dicho que has venido a vivir aquí porque no encuentras piso ..-niega con la cabeza- si es que..., si es que...
Abro mucho los ojos y miro a mi mujer, que se disculpa con la mirada y se encoge de hombros. Respiro y tomo aire.
.-Buenas noches Pepe -asiento y le doy la mano, él me corresponde con la misma amabilidad que ha derrochado siempre su hija.
-Buenas noches hijo, ¿Qué tal va todo? ¿Muchos conciertos?
-Sí, todo perfecto -sonrío y me hago a un lado invitándoles a pasar.
Malú se sujeta a mi brazo con fuerza y los cuatro caminamos hacia la mesa.
La cena transcurre mejor de lo que pensaba, aunque su madre sigue mirándome cómo si hubiese matado a alguien. el ambiente es más distendido de lo que pensaba.
Miro a mi chica repetidas veces. En realidad hay que ser un poco tonto para no darse cuenta de todo lo que se cruza cuando nos miramos. Y me sonríe. Y a mi solo me dan ganas de que se vaya todo el mundo y la cama se nos quede pequeña. Pero todavía me queda mucha cena por delante.
-Bueno, y a todo esto -dice Pepi dando un pequeño golpecito en la mesa- ¿Vosotros cuando váis a firmar el divorcio? Porque muy amigos los dos, pero...
-En realidad mamá...-interrumpe ella mientras me sujeta la mano por debajo de la mesa.
-No, en realidad nada cariño -sigue hablando cómo si el mundo se fuese a acabar- las cosas hay que terminarlas cuando hay que terminarlas, si no después, ninguno de los dos levanta cabeza -golpea ahora sí, con más fuerza el mantel- ¿Pero no te ves, que estás delgadísima? No puede ser esto..
-Estamos juntos -suelto de repente- hemos vuelto.
Se hace un tremendo silencio. Parece que todos dejemos de respirar en ese instante. La andaluza nos mira a los dos una y otra vez. Y a Pepe se le escapa una risa que esconde detrás de su servilleta.
-¿Cómo? -dice por fin.
-Eso -repito de nuevo- que hemos vuelto, estamos juntos, vivimos juntos, estamos casados, como lo quiera usted llamar...
Malú me da una patada por debajo de la mesa, igual me he pasado un poquito. Pero sólo un poquito.
-Mami, lo que Hugo quiere decir -comienza a hablar y me acaricia el brazo- es que nos queremos y tras pensarlo mucho los dos....hemos decidido darnos otra oportunidad.
-¿Otra? -responde ella- ¿Pero cuantas van ya?
.-Sí mamá, otra -contesta un poco cabreada- pero si a ti Hugo siempre te ha encantado...
Cuando escucho mi nombre sonrío y le doy un trago a mi copa. Me está costando respirar.
-Si hija, pero después de todo lo que pasó -duda unos instantes y continúa- no sé, no tengo yo muy buenas sensaciones...-concluye con el acento sevillano que ha heredado su niña
-Quiero mucho a su hija, se lo aseguro -sonrío y sigo sin entender por qué le sigo tratando de usted- esta es la definitiva, prometo que no le haré más daño.-levanto los brazos un poco en señal de inocencia.
No le convence demasiado lo que oye y hace una mueca de desaprobación.
-Pepi coño -interviene mi suegro- si al chaval se le ve que es buena gente, ya lo sabemos.-me señala con la mano derecha- se quieren mucho, no te metas.
-¿Me vas a decir tú a mí se me tengo que meter o no? -se gira hacia él y le come con la mirada, en el mal sentido de la frase.- mira Pepe, no me calientes eh, no me calientes.
Él resopla y mira hacia otro lado.
-Bueno...-nos mira a los dos y suspira- si os queréis yo no digo nada -se encoje de hombros- hacen falta más personas en el mundo que se quieran así, eso es verdad.
Respiro aliviado y noto que ella siente lo mismo. Sonreímos, muy de verdad.
-Gracias mami -se levanta de la mesa y le da un tremendo abrazo.
Todos hacemos lo mismo unos con otros. Porque se nota, y se siente, que el amor en esa casa, está más que presente.
Tiempo después, los dos estamos tumbados en cama. Mirando al techo. Tranquilos y con la seguridad de que todo irá bien. Muy muy bien.
-Gracias por lo de hoy Hugo -dice mientras apoya la cabeza mucho más cerca de la mía y me acaricia la mano- sé que ha sido un poco complicado.
-Bueno, sí, lo ha sido -admito riendo- pero por ti, lo que tú quieras.
Lo digo de verdad. A estas alturas ya no es un secreto, ni para vosotros ni para mí, que haría cualquier cosa por ella. Hoy y mañana también. Y eso es querer de verdad, por encima de todo, qué es permitidme que os diga, de la única forma en que se puede querer.
-Qué suerte he tenido contigo.. -suspira y se muerde el labio.
Me mira y sonríe lentamente. Y se queda así, durante un tiempo que lejos de parecerme eterno se me queda en nada. Y os juro, que la miro y la veo muy distinta a otras veces. Tiene algo especial, sí, todavía más que antes. Estira su mano ,coge la mía y la coloca en su abdomen. Me acaricia el pelo con la otra. Juro que quiero decir algo, pero me parece que molesto. Se levanta un poco la camiseta, no sé si porque tiene calor o porque tiene ganas de mucho más esa noche. En cambio, solo toma mi mano y me obliga a acariciarla muy lentamente desde el principio más principio de su abdomen hasta un poco más arriba. Me gusta tocar su piel, lo reconozco, su tacto, la manera en la que mis dedos la rozan. Despacio y sin miedo.
No le convence demasiado lo que oye y hace una mueca de desaprobación.
-Pepi coño -interviene mi suegro- si al chaval se le ve que es buena gente, ya lo sabemos.-me señala con la mano derecha- se quieren mucho, no te metas.
-¿Me vas a decir tú a mí se me tengo que meter o no? -se gira hacia él y le come con la mirada, en el mal sentido de la frase.- mira Pepe, no me calientes eh, no me calientes.
Él resopla y mira hacia otro lado.
-Bueno...-nos mira a los dos y suspira- si os queréis yo no digo nada -se encoje de hombros- hacen falta más personas en el mundo que se quieran así, eso es verdad.
Respiro aliviado y noto que ella siente lo mismo. Sonreímos, muy de verdad.
-Gracias mami -se levanta de la mesa y le da un tremendo abrazo.
Todos hacemos lo mismo unos con otros. Porque se nota, y se siente, que el amor en esa casa, está más que presente.
Tiempo después, los dos estamos tumbados en cama. Mirando al techo. Tranquilos y con la seguridad de que todo irá bien. Muy muy bien.
-Gracias por lo de hoy Hugo -dice mientras apoya la cabeza mucho más cerca de la mía y me acaricia la mano- sé que ha sido un poco complicado.
-Bueno, sí, lo ha sido -admito riendo- pero por ti, lo que tú quieras.
Lo digo de verdad. A estas alturas ya no es un secreto, ni para vosotros ni para mí, que haría cualquier cosa por ella. Hoy y mañana también. Y eso es querer de verdad, por encima de todo, qué es permitidme que os diga, de la única forma en que se puede querer.
-Qué suerte he tenido contigo.. -suspira y se muerde el labio.
Me mira y sonríe lentamente. Y se queda así, durante un tiempo que lejos de parecerme eterno se me queda en nada. Y os juro, que la miro y la veo muy distinta a otras veces. Tiene algo especial, sí, todavía más que antes. Estira su mano ,coge la mía y la coloca en su abdomen. Me acaricia el pelo con la otra. Juro que quiero decir algo, pero me parece que molesto. Se levanta un poco la camiseta, no sé si porque tiene calor o porque tiene ganas de mucho más esa noche. En cambio, solo toma mi mano y me obliga a acariciarla muy lentamente desde el principio más principio de su abdomen hasta un poco más arriba. Me gusta tocar su piel, lo reconozco, su tacto, la manera en la que mis dedos la rozan. Despacio y sin miedo.
-¿Qué pasa? -pregunto sonriendo sin entender a qué se debe lo que hace.
-Pasa que a partir de ahora vas a acariciarme mucho más aquí -señala con la mirada y devuelve sus ojos a los míos.- cariño, estoy embarazada.