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domingo, 11 de mayo de 2014

CAPÍTULO 49. SUS LABIOS Y LA PAZ MUNDIAL.

Me desperté días después jurando qué era el mejor amanecer de la historia, el más bonito. De esas veces que abres los ojos y la vida parece sonreírte un poco más que la noche anterior, qué en mi caso, ya era difícil. Y no sé, me daba la sensación de que ya llevaba miles de amaneceres convertidos en el mejor de la historia por el simple hecho de qué era ella la que despertaba a mi lado y eran sus labios los primeros qué besaba por la mañana.
-Buenos días...-susurré en su oído.
Siempre he tenido la sensación de que cuando hago el amor con alguien la noche anterior, en mis "buenos días", se notarán las buenas noches qué hemos pasado.
Aparté su pelo y acaricié sus mejillas. Pasé la taza de café recién hecho por su nariz y el aroma qué tanto le gustaba la hizo despertarse. Abrió los ojos y tras situarse mirando hacia los lados, levantó la vista para sonreírme y volver a esconderse bajo la almohada.
-Hugo, no...-sube la sábana hasta el borde de su cuello y cierra los ojos- túmbate, abrázame y nos volvemos a dormir...-dijo con toda la pereza qué se puede incluir en siete palabras.
Aunque quería que se levantase, la idea de tumbarme a su lado de nuevo era complemente irrechazable. Lo hice. Pasé mi brazo por sus hombros y se recostó sobre mi pecho, como quién lo hace en el lugar más cálido del mundo. Suspiró suavemente y sonrió por la inercia de estar a gusto junto a alguien. Y cuanto más avanza el tiempo más ganas tengo de qué se quede para siempre ahí , pegadita a mis sábanas
-Nena...-dije bajito.
Besé su pelo y ella respondió con tímidas caricias por mi abdomen.
-¿Qué?-susurró con demasiado sueño en la voz.
-Podemos dormir así todo el tiempo qué te apetezca, no me opondré ,créeme...-hago una pausa y la noto sonreír junto a mi piel, os juro que lo noto -pero me parece qué el magnífico desayuno qué está al borde de la cama, te resultará más apetecible, ¿o me equivoco?
Se levanta más o menos en tres milésimas de segundo, quizás una más una menos. Y estira la cabeza para ver la bandeja qué descansa sobre el colchón, café, zumo, tostadas,cereales ,fruta...y una rosa blanca. Abre la boca y me mira. Se muerde el labio y yo tengo dudas de si lo hace por mí o por la comida, pero cuando se me lanza al cuello segundos después, despeja las dudas.
-Te como !-dice antes de besarme.
Muerde mi cuello en infinitas ocasiones y se escapa de mis labios otras tantas. La alejo suavemente de mí y la siento sobre mis piernas, acercándole la bandeja- El café es lo primero qué bebe, mirándome de reojo, mientras yo le unto las tostadas con mermelada de fresa.
-Antes de que nos casásemos no eras así...-deja caer mientras da el primer bocado- creo que he hecho bien al decirte que sí...-se ríe y se mancha la nariz de mermelada.
-Ya sabes...-beso su hombro dulcemente- me gusta cuidar de lo que es mío...
Continúo mi camino de besos por su cuello, como deslizándome por la constelación de lunares qué lleva pintados, hasta que se echa hacia atrás y me quedo besando al aire.
-Eh, ahí te equivocas...-deja su taza de café en la bandeja y me mira ofendida- yo no soy de nadie...
Me entra la risa indudablemente. Parece enfadada y frunce el ceño con indignación.
-Cariño era una forma de hablar, ya sé que...-me corta rápidamente y se levanta de la cama.
No dice nada más, sale a la terraza y se apoya en el balcón. Mira al frente antes de encenderse un cigarro y lo fuma tranquilamente, mientras observa la playa qué tiene a sus pies y la selva qué la rodea. Me quedo sentado sobre la cama mirándola, sé que no se ha enfadado de verdad, así que aprovecho para qué mis ojos la acosen, solo por lo sexy que me parece verla fumar, únicamente vestida con una camiseta, despeinada, con los ojos sin pintar y en lugar más bonito del mundo. Y mirar como suelta el humo, abriendo los labios minímamente, lo suficiente como para besarlos. Me levanto y me apoyo sobre la puerta, con un pie dentro y otro fuera. Gira la cabeza apenas un instante y me mira levemente para volver a centrarse en el paisaje.
-Ayer por la noche, bien que me decías que eras mía.
No añado más, porque no hace falta, se le escapa esa sonrisa qué habla más de mí, que de ella, de nosotros. No sé si es que no le apetece discutir o es que ya no encuentra sentido a lo que ha dicho segundos antes, pero apaga el cigarro y se ríe.
-En esas ocasiones, sí, soy toda, entera, tuya.
Levanta las cejas y dice cada una de esas palabras como queriendo matarme, sobra decir que lo consigue. Sigue seria, sin dar ningún paso más, esperando mi siguiente movimiento. Le aguanto la mirada, o por lo menos lo intento, pero resulta qué hace tiempo que declaré a sus ojos ganadores de nuestra particular guerra. Se acerca, despacio y con buena letra. La miro mientras lo hace, y en el fondo no es mía. Es tan guapa qué es un jodido patrimonio de la humanidad, o por lo menos su sonrisa lo es. Y el que logre escalar por su espalda, noche tras noche, será el rey del mundo al fin y al cabo. Y el mundo lo sabe.
Me quedo perdido , supongo, que en lo bien que le sienta el verano, y cuando me quiero dar cuenta está apenas a un palmo de mi boca. Sonríe, coloca sus labios sobre los míos y los mueve muy, muy poco, con un movimiento suave y lento, qué me deja con ganas de más. Aunque ya haya tenido ese más, infinitas veces.
-Estos...-dice mirando de nuevo a mis labios- estos sí, son míos.
Me río inconscientemente. Joder. Estas cosas me vuelven más loco todavía.
Estiro la mano y agarro sus caderas, para traerla hacía mi cuerpo. No mueve ni un músculo simplemente se deja hacer y me mira. Hundo mis dedos por su pelo y la obligo a levantar la barbilla. Y no puede evitar sonreír, al verme tan de frente, tan muerto por cada gesto.
-Y esta...-digo acariciando los labios que le dibujan esa sonrisa-esta es toda mía...
Se ríe y me besa. Y lo hace igual de bien que cuando sonríe, echad cuentas.

Esa mañana la pasamos de excursión por los alrededores. Por la selva, para ser más exactos. Aquel día ella prestaba más atención a los animales qué se iba encontrando que a mí. Sacó una foto a un lagarto y levantó el móvil en busca de un poco de cobertura.
-No me digas que la vas subir a twitter....
Me freno en seco, coloco las manos en la cintura y levanto la mirada inquisitivamente. Me mira con intención de que la deje en paz.
-¿Pasa algo ?-replica encogiéndose de hombros con absoluta tranquilidad.
-No no pasa nada pero...-la miro de arriba a abajo y con toda la puta seriedad de la qué soy capaz, prosigo- creo que una foto tuya en biquini los mataría a todos por completo..
-O una tuya en bañador ¿no? -levanta las cejas y se ríe con picardía.
-No me retes cariño...-ladeo la cabeza y sonrío-cuando duermes desnuda estás muy fotogénica.
Las horas que restaron aquel día, las terminamos en la playa. Incluso cuando empezó a anochecer, aún con el biquini puesto, le entraron unas ganas locas de irse a tomar un mojito al chiringuito más cercano y en aquellas vacaciones, ya iban unos cuantos. Nos sentamos en una mesa bastante alejada de todo y hablamos durante horas, con la copa en la mano. Me contaba historias qué ya había oído cientos de veces y sabía de memoria, pero no importaba. No sé cuantas veces nos reímos por cualquier estupidez esa noche pero lo hicimos, hasta que a ella le faltaba el aire por la risa y tenía que darle otro sorbo a su copa para recuperar la alegría que había soltado segundos antes.
-Mierda, se me ha terminado otra vez...
Movió su vaso en el aire y el sonido de los hielos fue lo único qué se escuchó.
-Nena creo que deberíamos ir parando, ya van demasiados mojitos...-agarro su mano qué sigue agitando el vaso- y no me gustaría aprovecharme de ti, esta noche.
Le guiño un ojo, sonríe con desparpajo y antes de que me de tiempo a añadir algo más, se levanta hacia la barra. Se apoya en ella para pedir la siguiente copa , provocando que todos los tíos del bar se giren para admirar su culo. Se sienta en una silla mientras espera a que le sirvan y se gira sobre ella para sonreírme y hacer un gesto con la mano. Río y niego con la cabeza.
 En el fondo no sabéis lo que me pierde verla tan divertida, preocupándose únicamente por el aquí y ahora. Desde que nos casamos apenas hemos hablado de que haremos después, no sabe si tendrá que volver a México o se quedará conmigo, aunque esta vez si tengo claro que la seguiré a donde quiera o necesite ir.
Cuando devuelvo la mirada hacia ella, veo a un hombre hablándole demasiado cerca. Ella simplemente asiente con una sonrisa mientras mueve su pajita removiendo el mojito. Él le dice algo al oído y Malú se echa un poco hacia atrás, con una suave risa. Me levanto. Camino hacia ellos y mi chica, qué me ve llegar primero, me mira temerosa porque sabe el cabreo que llevo encima. La sangre me corre por las venas demasiado rápido, como queriendo salirse del cuerpo.
-¿Interrumpo algo? -pregunto mirando al chico.
Tiene pinta de español. Es alto, con el pelo corto y muy oscuro y una barba perfectamente cuidada, es mayor que yo. A pesar de estar en un bar de playa, lleva una camisa blanca y unas bermudas beis. Parece cabreado por mi presencia y me mira de arriba a abajo. Me estudia con la mirada en apenas un segundo. Pero a mi no me hace falta, sé que es un don nadie en busca de una mujer, incluso antes de que abra la boca
-Eh lárgate, ¿No ves que nos estás molestando? -contesta en un perfecto español sin apenas acento alguno.
Devuelve su mirada hacia ella y coloca una mano en su cintura, demasiado abajo. Malú no se mueve, está medio paralizada porque sabe lo que viene después. Agarro el brazo del hombre y tiro de él con fuerza.
-Tú estás molestando a mi mujer...-le doy un empujoncito hacia atrás y vuelvo a caminar hacia él sin dejar de mirarle.
-Hugo para ahora mismo...-me ordena ella desde atrás, intentando tirar de mi camiseta sin mucho éxito.
-¿Guapa, este es tu marido?- sus ojos se fijan en los míos, con desprecio -pero si es un mierda...
A partir de ese momento, me da la sensación de que cada minímo gesto de mi cuerpo es un impulso incontrolable. Agarro el cuello de su camisa y lo empujo con tanta fuerza que su vaso cae al suelo rompiéndose en mil pedazos. Los cristales caen demasiado cerca de ella y me giro rápidamente para asegurarme de que no le ha pasado nada.
-!Hugo¡- me mira enfadada, no quiere que me comporte así, y juro que voy calmarme en el mismo instante que sus ojos me atraviesan, pero un nuevo empujón me devuelve al estado de descontrol en el qué me encontraba. Me tambaleo un poco, me he golpeado contra la barra. Me giro y estampo mi puño entre sus costillas de inmediato.El tio da un traspiés hacia atrás e intenta agarrarse al borde de un asiento para no caerse.
-Lárgate de una puta vez, o...
No me deja terminar, con un grito de rabia da una patada en mi estómago. En el intento se resbala hacia atrás y antes de que pueda levantarse estoy encima de él, descargando una lluvia de puñetazos en su cara. Escucho a la gente gritar a mi al rededor , a ella sobretodo. Pero no me influye, mis movimientos sólo se centran en destrozarle la cara.Y en apenas segundos un montón de personas nos rodean. Respiro y vuelvo en sí. Él ya sangra por la nariz y ha dejado de forcejear conmigo.Me levanto, me giro y la encuentro detrás de mí. Traga saliva y respira rápido. Agarro su muñeca.
-Vamos.
No contesta ni hace el mínimo esfuerzo por moverse pero tiro de ella y la saco de allí. Caminamos hacia el coche. Mis músculos siguen alerta y todavía no le he soltado el brazo.
-Suéltame -murmura
-Métete en el coche.
Abro la puerta del conductor y antes de que pueda entrar, la miro. No tiene intención alguna de hacerme caso.
-Hugo, no tienes ningún derecho a...
-!Métete en el puto coche¡
No sé por qué he dicho eso, ni por qué lo he gritado como lo he hecho. Miro al suelo y tomo aire, me arrepiento al segundo de todo y la voz se me rompe. Golpeo la puerta y la miro. Veo miedo en sus ojos y se me cae el alma al suelo.
-Lo siento nena, no pretendía...
No dice nada, agacha la cabeza y entra en el coche dando un portazo. El camino hasta casa transcurre en el más sepulcral de los silencios. Yo miro hacia la carretera y ella apoya la cabeza en la ventana y se sienta con los brazos cruzados. Cuando llegamos, es la primera en bajarse y atravesar la puerta principal. La sigo pero ni si quiera me molesto en ir tras ella, sé que no querrá hablar conmigo en estos momentos. Saco una cerveza de la nevera y me siento en el porche, me descalzo y hundo mis pies en la arena. Me duele la cabeza demasiado, pero eso no es lo más importante de todo. No entiendo qué cojones me pasa. Yo no soy así. No debería ser así. Tengo hasta ganas de fumar y llevo meses sin hacerlo. Pasan las horas y yo sigo ahí, en frente del mar. Bebiendo una cerveza qué me parece interminable.
Noto sus pasos detrás de mí y me giro. Está de pie, envuelta en una manta, con el pelo revuelto y los ojos levemente rojos.
-¿No vas a venir a la cama? -pregunta con la voz cansada.
-Cariño, vuelve a dormir, es muy tarde.
Devuelvo la vista al oceáno y paso una mano por mi pelo en busca de algún rastro de calma. No me hace caso y se sienta a mi lado, se envuelve todavía más en la fina manta blanca e inspira con tranquilidad.
-No estoy enfadada -dice aclarándose la voz- pero no entiendo qué coño te pasa. Nunca has sido tan celoso, o sí , y yo no lo recuerdo...-termina con una risa prácticamente imperceptible para cualquier otra persona.
-Mierda nena, lo siento muchísimo.
Me giro y por inercia ella hace lo mismo, nos miramos. Aprieta fuerte los labios y creo que hace un esfuerzo por no soltar ni la más mínima lágrima. La quiero más en ese momento , qué en ningún otro, solo por el hecho de verla de esa manera.
-No sé qué me ha pasado, te he visto con ese tío, tonteando y he perdido los nervios -niego con la cabeza.
-Perdóname -añade rápidamente.
-No vuelvas a decir eso nunca más -estiro mi mano y acaricio los mechones de pelo, ligeramente clareado por el sol, qué se cruzan atrevidos, por su cara.
-Te quiero -contesta dulcemente y la voz se le hace pequeñita.
-Eso sí, eso dímelo siempre.
Sonrío y ella hace lo mismo. Su sonrisa es cansada pero vale lo mismo que cualquier otra solo por ser de ella. Paso mi brazo por su espalda y la obligo, con cuidado, a apoyarse en mi hombro. Me abraza por completo e inspira en mi cuello, despacio y lentamente, como en las películas. Con la otra mano acaricio sus piernas y noto que el mundo se concentra únicamente en todo lo qué ella desprende. Y se está tan bien así, que olvido durante instantes lo que ha pasado, porque al final de todo, cuando jodes las cosas, si terminas por arreglarlas dará exactamente igual. Y a veces los problemas preceden a momentos felices, que son los que recordarás cuando una mañana te levantes y te de por mirar hacia atrás. Y si da la casualidad de que esa mañana te levantas con el amor de tu vida enredado en las sábanas, no sé, supongo que al final todo lo demás vivido y por vivir dejará de tener importancia.
-Amor...-dice acompañada de las olas- ¿me prometes una cosa?
-Lo que quieras -contesto al instante y es que no asimilo la vida si no es con promesas a su lado.
-Que cuando yo me ponga celosa, por todas las chicas guapas que te adorarán por los escenarios de medio mundo, evitarás que las mate a puñetazos - lo dice tan seria que me da la sensación de que se ha vuelto a enfadar, pero añade una risa divertida y yo respiro aliviado.
-Con que me adore la chica más guapa del mundo, me vale -sonríe y yo hago lo mismo en su boca.
Y os juro que en esos momentos doy más importancia a sus labios que a la paz mundial. Y me besa fuerte, como queriendo dejar claro, que todo entre nosotros está bien y que seguirá estando así por mucho tiempo.
-Anda, vámonos a dormir -termino con un beso rápido.
Me levanto y cuando ella hace lo mismo, la llevo en brazos hasta la habitación se anuda a mi cuello y se ríe. Protesta unas cuantas veces, pero sé que le encanta que lo haga. La acuesto sobre el colchón y la tapo con las finas sábanas y mantas, una por una, mientras me mira atenta y se deja hacer por completo. Y cuando no aguanta más hace un gesto para que me tumbe a su lado de una vez. Y es eso, no hay más. La veo sobre la cama y quiero quedarme a vivir. Noche tras noche.



1 comentario:

  1. me encanta, tienes una forma de escribir increible, expresas todo de una manera inmejorable, sigue así guapisima

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